En colaboración con Iván Torre (London School of Economics)
Una de las disposiciones más controvertidas de la ley 26.571 de Reforma Política es la limitación de la participación en las elecciones generales de aquellos candidatos o listas partidarias que no superen el 1,5% de los votos válidos (suma de votos positivos y votos en blanco) en las elecciones primarias. El objetivo de esta restricción a la competencia electoral está claro al leer los fundamentos del proyecto presentado en su momento por el Poder Ejecutivo – contribuir “…a la existencia de partidos con mayor y mejor representación y, en consecuencia, se tenderá a favorecer listas de candidatos con mayor grado de legitimidad. Esto, en definitiva, redundará en partidos que tiendan a agrupar la mayor cantidad de ciudadanos atrás de una idea, de un modelo de sociedad, de un modelo de país y llevarlos a esa construcción.”
No es nuestro propósito aquí discutir sobre la necesidad o no de regular la competencia electoral mediante restricciones a la participación en los procesos electorales. Es sabido que muchos partidos minoritarios no son más que “microemprendimientos electorales” cuya finalidad es la obtención de dinero público para financiar campañas de otros candidatos. Dejando de lado esta cuestión, nuestra intención es echar luz sobre algunas consecuencias prácticas de la flamante regulación electoral en vigencia.
Cuadro 1
Porcentaje de votos a candidatos con menos del 1,5% de los votos válidos |
Participación sobre el total del padrón electoral |
Porcentaje de votos positivos sobre el total de votos emitidos |
|
1983 |
3,03%* |
85,61% |
97,25% |
1989 |
2,36%* |
85,29% |
98,01% |
1995 |
2,08% |
82,08% |
95,56% |
1999 |
3,14% |
82,29% |
95,48% |
2003 |
4,72% |
78,22% |
97,28% |
2007 |
7,14% |
76,18% |
92,40% |
Fuente: Ministerio del Interior
* Los datos para las elecciones de 1983 y 1989 no son estrictamente comparables pues el sistema electoral vigente en ese entonces dictaminaba que la elección del presidente y vicepresidente no era directa sino a través de un colegio electoral.
Como se puede apreciar en el Cuadro 1, la cantidad de votantes que opta por candidatos que reúnen menos del 1,5% de los votos válidos en elecciones presidenciales ha estado en constante crecimiento en los últimos años. En 2007 el 7,14% de quienes emitieron un voto positivo fue a candidatos que, de haber obtenido similares porcentajes en las elecciones primarias que se realizan a partir de este año, hubieran quedado fuera de la oferta electoral. Una de las nuevas reglas instauradas en la Reforma Constitucional de 1994, aparte del voto directo para los cargos de presidente y vicepresidente, fue la inclusión de un sistema electoral de doble vuelta para el máximo cargo del poder ejecutivo. La versión argentina de este sistema –que en su versión prevaleciente en el mundo dispone que si ningún candidato supera el 50% de los votos en la primera vuelta se realiza una segunda vuelta o ballotage entre los dos candidatos más votados- indica que la segunda vuelta se realiza solamente si ningún candidato supera el 45% de los votos en la primera vuelta o si el más votado supera en diez puntos porcentuales al candidato que le sigue y, además, cuenta con más del 40% de los votos. Dejamos para los historiadores de la política Argentina estudiar las razones que llevaron a este peculiar arreglo constitucional. Lo relevante para nuestro análisis es que los porcentajes mencionados se calculan todos sobre el total de votos positivos. Votos positivos son aquellos votos que expresan una preferencia por un candidato o partido en la oferta electoral. No son votos positivos los votos en blanco y los votos nulos.
¿Cuál es la consecuencia, entonces, de la restricción de la oferta electoral en las elecciones presidenciales? Un supuesto fuerte es que todos aquellos votantes que en las primarias expresaron su preferencia por candidatos que no consiguieron el 1,5% de los votos válidos (un requisito más exigente que el 1,5% de los votos positivos pues se incluye a los votos en blanco también) opten, en las elecciones presidenciales, por votar en blanco o anular su voto. Esto reduce notablemente la cantidad de votos positivos, que son la base sobre la cual se computan los umbrales que determinan la realización o no de una segunda vuelta. En el Cuadro 2 presentamos el siguiente ejercicio: calculamos la cantidad de votos necesarios para obtener el 45% de los votos positivos si se excluyen del recuento los votos de candidatos que obtuvieron menos del 1,5% de los votos válidos – es decir, asumimos que esos votos pasarían a engrosar la lista de votos blancos o nulos. En el Cuadro 2 presentamos los números para cada elección tomando en cuenta la participación y el porcentaje de votos positivos –con la oferta electoral completa- que hubo en cada oportunidad. Presentamos además un ejercicio para 2011, utilizando los mismos valores de participación y porcentaje de votos positivos de 2007.
Cuadro 2
Padrón |
Votos positivos |
45% de votos positivos |
45% de votos positivos excluyendo votos minoritarios |
Diferencia |
|
1983 |
17.929.951 |
14.927.512 |
6.717.380 |
6.513.844 |
203.537 |
1989 |
20.034.252 |
16.746.257 |
7.535.816 |
7.357.970 |
177.845 |
1995 |
22.178.154 |
17.394.851 |
7.827.683 |
7.664.867 |
162.816 |
1999 |
24.121.277 |
18.953.063 |
8.528.878 |
8.261.072 |
267.807 |
2003 |
25.480.440 |
19.387.895 |
8.724.553 |
8.312.754 |
411.799 |
2007 |
27.137.828 |
19.102.211 |
8.595.995 |
7.982.241 |
613.754 |
2011 |
28.685.833 |
20.191.846 |
9.086.331 |
8.437.567 |
648.764 |
Fuente: Cálculos propios en base a datos del Ministerio del Interior para 1983-2007.
Queda en evidencia que la cantidad de votos necesarios para superar la primera vuelta es no despreciablemente menor en los últimos años si excluimos del recuento a los votos que fueron a candidatos minoritarios. En particular, de reproducirse el mismo escenario que en 2007 en las elecciones de 2011 serían necesarios casi 650 mil votos menos para que el candidato más votado se consagre vencedor en primera vuelta independientemente de la performance de los otros candidatos. Para tener una idea de la real dimensión de esta cifra, basta señalar que es equivalente a la suma de los padrones electorales de Tierra del Fuego, Santa Cruz y Chubut.
Las cantidades serían sin duda menores si asumimos que parte de los votantes de candidatos minoritarios en vez de votar en blanco lo hacen por los candidatos más importantes. ¿Cuán plausible es este supuesto? No nos queda claro. Debería estudiarse mejor qué tipo de votantes son aquellos que eligen candidatos minoritarios – si se trata de “minorías intensas” o de un voto apático. Sin embargo, sería bueno que los votantes de estos candidatos minoritarios entiendan esta desagradable aritmética electoral, pues hay un caso en el cual esta no aplica – aquel en el cual ellos votan por otro candidato.
Ciertamente la situación sería distinta si los umbrales porcentuales que determinan la consagración de un candidato en primera vuelta se calculasen sobre los votos válidos. Asimismo, el escenario que presentamos antes también sería menos relevante si la regla para determinar el ganador de la elección en primera vuelta fuese la que se utiliza mayoritariamente en el mundo – superar el 50% de los votos positivos.
Sebastián e Iván,
El ejercicio que hacen es muy interesante. Me permito hacer dos comentarios. El primero es que una vez que los partidos pequeños entiendan cómo funciona la ley ajustarán su comportamiento y probablemente formen alianzas de manera que esperaría que el porcentaje de votos a candidatos con menos del 1,5% de los votos válidos se reduzca por debajo del 7.14% de la última elección. No espero que esto suceda este año, y en Argentina la legislación electoral suele cambiar cada dos años, pero si esto no sucediera para 2015 quizás se vea el efecto que digo. El segundo punto es que dudo que los votantes que se sientan «excluídos» en octubre voten en blanco o anulen su voto. Se vió una alta participación, y un muy bajo voto en blanco en el ballotage del 31/7 en Capital, a pesar que los candidatos no representaban las preferencias del 25% que no los había votado tres semanas antes. Quizás sea bueno que después de las primarias hagan una segunda versión de esta «aritmética electoral» con otros supuestos, y sabiendo cuantos votantes quedarán huérfanos en octubre.
Saludos,
martín
Martin, creo que nuestro argumento es más bien conceptual, más allá del número efectivo de votos afectados en esta elección.
Más aun, como decimos en el post, que los votantes pueden evitar esta desagradable aritmética votando a otro candidato en Octubre. Esto es, no predecimos que estos van a votar en blanco. De hecho, decimos que no sabemos cómo van a votar.
En cualquier caso, si no recuerdo mal, en CABA, en segunda vuelta, la proporción de votantes fue 5 puntos porcentuales menor a la de la primera vuelta …
Otra cuestión relacionada y muy importante al espíritu de nuestro post es el cambio de reglas permanente. No solo a mí no deja de llamarme la atención que el gobierno impulsara esta reforma con este límite después que en 2007 hubo un porcentaje tan alto de votantes a candidatos minoritarios y después que en 2009 el oficialismo hiciese una elección mala, sino que también me parece que genera situaciones como esta donde se podría cambiar el piso efectivo de votos para ser electo presidente.
Sebastián, me parece que se pasó de (aproximadamente) 73% a 72% del padrón entre primera y segunda vuelta. Y coincido con lo del cambio de reglas permanentemente, por eso mi comentario que la legislación electoral suele cambiar cada dos años, i.e. para cada elección. Abrazo,
martín
Martin, sí, yo me quede con la información que se dio en el día del ballotage en CABA. Sin embargo, ayer en el avión estaba leyendo Ámbito Financiero y había una nota sobre la aritmética electoral con los cómputos definitivos. En segunda vuelta, la proporción de votantes estuvo aproximadamente 2 puntos porcentuales por debajo de la primera vuelta. Sin embargo, los votos blancos y nulos se duplicaron, pasando de 40000 a 95000 (sobre 1790000 votos emitidos).
Muy buen articulo Sebastián e Iván. Felicitaciones. Yo estoy de acuerdo con vos Sebastián. Néstor Kirchner impulso esta reforma cuando obtuvo apenas 30% de los votos en Provincia de Buenos Aires en 2009! Los K son muleros!
Otro efecto viene por el lado de que el 1,5% vale también para las otras candidaturas nacionales (diputados y senadores). Un partido «nacional» concentrado en ciertos distritos puede lograr ese piso para su candidato a presidente con votos de los distritos donde es fuerte y simultáneamente quedar sin lista de diputados nacionales en otros distritos (eg Macri/Carrió/Altamira/Rodríguez Saá logran el 1.5% nacional pero no lo logran en Misiones/Catamarca/Formosa/Santa Cruz/etc). En octubre, el elector de esas provincias va al cuarto oscuro y se encuentra con una lista corta, sólo de presidente. ¿Fomenta el corte de boleta o aleja al votante por la falta de oferta local?
Santiago,
gracias por tu comentario. Sin duda la ley puede generar ese tipo de situaciones. El interrogante que abrís al final es interesante pero no conocemos estudios que evalúen el impacto de las «boletas cortas» en las elecciones. Sin duda creo que dependerá de la intensidad de la preferencia del elector si opta por cortar boleta o simplemente vota a otra boleta (completa). Es interesante que esta situación solo se da en nuestro sistema electoral de boletas partidarias. En un sistema de boleta única como el santafesino (donde hay una boleta única por categoría) el problema no existiría porque no hay «boletas cortas»: el elector elige en forma separada cada cargo.
Muy buen post, felicitaciones. Añado mi impresión sobre un par de detalles, nomás.
En primer término, que la reforma no terminó de mostrar aún sus consecuencias en términos de supresión de partidos en condiciones de presentarse a elecciones nacionales: falta la depuración que va a ocurrir en 2013, cuando hayan transcurrido dos elecciones nacionales con el nuevo régimen. En ese momento, los partidos que no hayan alcanzado (al menos) el 2% (en dos elecciones consecutivas) pierden la personería política.
Ahí lo que ustedes plantean se intensifica: muchos de estos partidos que hoy no llegan al 1,5%, ya ni siquiera van a estar en la oferta de las primarias.
Por otro lado, un «piso» de representatividad hubo siempre. Ahora simplemente se subió. Las reglas de juego variaron, pero creo que es el primer cambio drástico en al menos una década y media. Los partidos «minoritarios» aprenderán a jugar con las nuevas reglas de juego, o deberán construir su alternativa política desde otro lugar.
Es claro que las reglas siempre las ponen los que tienen poder – en este caso, los partidos «grandes» -. Si los partidos «pequeños» no pueden mostrar a la sociedad que este nuevo régimen es alguna clase de atropello, si no pueden movilizar cierta cantidad crítica de personas en contra de su implementación, etc., marca también una señal (más o menos clara, según a quién le preguntemos) de que efectivamente no eran «representativos» en términos electorales.
Desde ya, esto no les quita ni representatividad ni idoneidad en muchos otros ámbitos: sindicales, barriales/vecinales, académicos, etc… Es decir, estos partidos seguirán siendo «representativos» en un montón de cuestiones y su voz será válida como expresión de una clase y un sector social determinados. Sólo que ya no, como expresión de las demandas políticas que se expresan a través del voto, del conjunto de la sociedad.
—
AMC
Super interesante la aritmetica. Hay estudios empiricos o modelos teoricos acerca de como se comportan los votantes que eligen partidos minoritarios en la primera vuelta en la segunda vuelta? Es crucial para el analisis.
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