Mientras lees esto, está avanzando un proyecto de ley para restringir la compra de tierras Argentinas por parte de extranjeros. Teniendo en cuenta la composición del congreso, no es imposible que una ley de ese tipo se apruebe. A mí no me gusta, pues está basada en una visión estrecha y mezquina de la diversidad de la cual no me siento parte: ese miedo al mundo me parece una característica un poco cobarde muy nuestra. Pero en esta opinión, estoy mezclando alguna evaluación económica inconsciente con mucha idealización de la Argentina en la que a mí me gustaría vivir, que es distinta de la Argentina en la que vivo.
Cuando dejé de lado mis apreciaciones personales y me puse a pensar en serio el problema en términos económicos, me sorprendí a mí mismo y quiero compartir esa sorpresa con vos. Pero no te entusiasmes mucho, el argumento es bastante trivial, simplemente yo no lo había pensado nunca.
Antes de empezar, una aclaración: desde el punto de vista de la potencial inversión extranjera directa, esa ley sube las barreras a la entrada, no hay duda. Como tal, es natural imaginar que puede tener algún efecto (cuán importante cuantitativamente es otro tema) sobre la entrada de capitales. No estoy discutiendo la existencia de este costo. Pero mi primera reacción fue que la ley traía aparejado este costo y ningún beneficio. Y creo que me equivoqué en esto último.
Mi reflexión empezó cuando mi hija me pregunto por qué yo decía que la ley no tenía ningún sentido y le dije: “a mí no me hace ninguna diferencia si un campo en la Patagonia es de Jane Fonda o de algún rico Argentino”. Y eso es verdad, no me hace ninguna diferencia. Pero será verdad? Será verdad para todos los Argentinos?
Esta es mi duda: desde que tengo recuerdo, los medios argentinos rara vez publicaban en sus primeras páginas los resultados de la liga nacional de básquet norteamericana. Pero desde que Ginobili juega en el equipo de San Antonio, los resultados de ese equipo son noticia nacional. Me imagino, por otro lado, que hace quince años, ningún argentino sabía que había un equipo de básquet en San Antonio. Tengo amigos que han seguido los 6 partidos de la serie en la que San Antonio quedó eliminado.
Creo que es razonable imaginar que si San Antonio hubiera podido dar vuelta la serie, muchos argentinos hubieran estado más felices. En términos de nuestra jerga, mucho compatriota hubiera tenido una utilidad más alta. Y no cabe ninguna duda que la única razón es la siguiente: Ginobili es argentino. Si a la mencionada liga nacional de básquet la gana un equipo lleno de brasileños, no ocuparía ningún espacio en nuestros medios, de la misma forma que la historia de San Antonio debe ser perfectamente desconocida en Rio.
En el mismo sentido, nuestros medios publican, todos los lunes, los goles que “nuestros” jugadores hacen en Europa. En algunos casos, uno los puede identificar con los colores locales en donde uno los vio nacer: cómo olvidar, cada vez que el Pipita gambetea un arquero, ese bonito gol que le hizo a boca en el Monumental para cerrar un 3 a 0 totalmente merecido. Pero, alguien sabe dónde jugaba Ginobili antes de irse a USA? No está claro que cuando gana DelPo la utilidad sube más en Argentina que en Brasil y mucho más en Tandil?
No será cierto entonces que la utilidad argentina en promedio es más alta si los campos del sur los tienen las actrices argentinas en vez de Jane Fonda? Habrá un valor del “nacionalismo” que deberíamos incorporar en el análisis económico?
Y si por vender un campo argentino se compra un campo o propiedad en Brasil, EEUU o Uruguay? Orgullo nacional o no?
Hasta que punto hay que tomar las ideologías nacionalistas como dadas, o, al contrario, intentar contrarrestarlas con argumentos económicos técnicos. Si le ponemos valor a ideales que no están basados en sus consecuencias económicas, o en un buen análisis economico no se donde terminamos… Salarios minimos, barreras al comercio internacional, subsidios a las industrias «estratégicas», nacionalizacion del futbol, coparticipacion en ganancias… Todas suenan bien intencionadas a un nivel ideologico suficientemente superficial y nacionalista.
Y también no corresponde contrarrestar estas ideas nacionalistas que encontras erradas con ideales de libertades económicas? Milton Friedman y muchos otros se animaba a mezclar el rol de economista con la parte más técnica. Los economistas de hoy parecen achicados.
Buen punto el tuyo del primer parrafo. Por otro lado, teniendo en cuenta ese punto, me parece que, dada una politica en Brasil, la politica optima local sera poner alguna restriccion. Es el mismo argumento de la tarifa optima.
No entiendo bien tu segundo parrafo. La economia «tecnica» que yo conozco, toma las preferencias como dadas (si yo prefiero que DelPo le gane a Federer, eso esta dado). Los tecnicos luego podemos demostrar que cosas son ciertas y cuales no, dadas esas preferencias.
El valor, sugun la tecnica, esta dado por la interaccion de preferencias y tecnologias. Yo no estoy arbitrariamente dandole valor a «ideales». Estoy usando preferencia revelada. Insisto, si usas mis preferencias, la ley no genera ningun beneficio. Pero Tinelli no seria exitoso, y lo es.
No entendi el tercer parrafo.
Aclaro entonces:
2do parrafo: cuando entendés los efectos economicos, afecta tu ideologia. El mejor ejemplo es la gente que pasa por una carrera de economia. Son endogenas, no exogenas y dadas.
3er párrafo: no arrugues en contrarrestar ideologia nacionalista con tus propios ideales, que no estas solo y ademas podes hacer una diferencia!
¡que análisis más pobre!
Juan Pablo,
Estoy muy de acuerdo en que se debería incorporar el «nacionalismo» y otro tipo de identificación en el análisis económico. Esto se hace muy poco pues muchas veces llega a ser confundido como una «anomalia» o algo que viola el principio de racionalidad tan difundido desde Lucas. Me encantaría leer un paper tuyo con esto 😉
J
La distancia entre una idea borrosa y un paper es muy grande! Si algun dia la recorro, te lo hago saber.
FOCO ECONOMICO.
Un blog de economia bastante nacional.
Hola Juan Pablo. Ya sé que decís que es muy básico tu análisis, pero igual va una idea que estaría bueno investigar. En Uruguay, por lo menos, las empresas extranjeras son bastante más productivas que las uruguayas (no lo digo de contra, sino basado en datos de gente que estudia la «transnacionalización productiva»). Creo que fuera del factor obvio de que baja el precio para el vendedor, y que las tierras no se asignan eficientemente (en teoría las compra aquél que puede hacer el uso más eficiente), la diferencia de productividades puede ser un tema importante a tener en cuenta.
Y, para finalizar, un comentario: siempre fuí anti-nacionalista. Cuando era más chico me encantaban las columnas en esa dirección de Vargas Llosa (su punto principal en varias era que son una herramienta obvia para que algún político o militar muy egoísta armara una campaña adentro de un país de «nosotros somos distintos de ellos» cuando en realidad no lo eran). Pero he encontrado gente razonable a la que no le parece mal, precisamente porque el nacionalismo produce «public goods» un poco en la onda que decís vos JuanPa.
En una nota más personal: el domingo hubo clásico, y ganó Nacional. Me acordé de vos (y de Solá!).
1. La proxima vez que nos crucemos en una conferencia le dedicamos 4 horas en algun bar a ver si la idea tiene futuro.
2. Me gusta gritar los goles de la seleccion, me encantan los mundiales, me pongo escarapela cada tanto y me emociono muchas veces cuando canto el himno. Pero no quiero que nada de todo eso interfiera con la libertad de los demas. Por eso no me gusta el nacionalismo cuando se expresa como una restriccion. Creo que es una mezcla de complejo de inferioridad y de cobardia. Pero a cuales preferencias deberia reposnder la politica argentina, a las mias o la de la mayoria de los argentinos?