Las bonanzas recientes en Colombia: ¿qué tan importantes resultaron y en qué se gastaron?

Durante los primeros años del siglo XXI, varios países suramericanos enfrentaron un aumento acelerado en la explotación de recursos naturales renovables y no-renovables, todo esto como fruto de un incremento en los precios internacionales de las materias primas. Al respecto son varios los interrogantes que han surgido. El primero de ellos está relacionado con la frecuencia de estas bonanzas y su duración; el segundo tiene que ver con los sectores en donde se presentaron; el tercero es el tamaño y la importancia relativa de estos mayores recursos generados; y el cuarto está relacionado con el posible uso que se les dio a estos recursos extra que recibieron las economías de la región.

En un trabajo reciente con Lucas Marín y Javier Pérez (http://repositorio.banrep.gov.co/handle/20.500.12134/9426), hacemos un esfuerzo por responder a estos interrogantes, con énfasis particular en algunos de ellos para el caso colombiano. Lo que se ha encontrado es que los países suramericanos no tienen un patrón común en cuanto a los sectores dominantes en sus exportaciones. Las estructuras productivas, la dotación de recursos naturales y las políticas de desarrollo son diferentes en la mayoría de países, haciendo que no exista un sector predominante en la generación de bonanzas. No obstante, en algunos se encuentra que uno de los sectores históricamente protagonista en las exportaciones es el de alimentos, como es el caso de Argentina, Brasil, Guyana, Uruguay y Paraguay. De igual forma, en Chile y Perú el sector minero se ha mantenido como el sector exportador más importante, mientras que en Venezuela los predominantes han sido los combustibles.

En Colombia, a partir de la década de los sesenta han sido dos los sectores que dominan en la participación de las exportaciones como porcentaje del PIB: alimentos, impulsado principalmente por el café, y combustibles, dominado por las exportaciones petroleras. En el Gráfico 1 se observa la mayor participación del sector de alimentos en las exportaciones hasta el año 1989. En la década de 1990, la participación de los dos sectores no se diferenció, sin embargo, durante lo que va del siglo XXI se han destacado las exportaciones de combustibles. Del mismo modo, es evidente la tendencia decreciente de la participación de los alimentos a partir de 1986 y la poca relevancia del sector minero y de materias primas agrícolas en las exportaciones colombianas.

Gráfico 1.

Participación de las principales exportaciones de Colombia en el PIB, 1962-2016

Fuente: WDI y cálculos propios.

Gráfico 2.

Distribución de las bonanzas por periodos para América del Sur, 1962 – 2016

 

Fuente: WDI y cálculos propios.

En cuanto al número de bonanzas para un grupo de 12 países suramericanos, se identificaron 30 periodos entre 1962 y 2016 en cuatros sectores (minerales, combustibles, alimentos y materias primas agrícolas), de los cuales 9 ocurrieron entre 1962 y 1980, 9 entre 1980 y 2000, y 12 entre 2000 y 2016 (Gráfico 2).

Por países, aquellos que tuvieron más periodos de bonanza fueron Bolivia, Chile, Perú y Uruguay, cada uno con cuatro periodos, mientras que Paraguay, Brasil, Venezuela y Argentina solo tuvieron uno. En el caso de este último, a pesar de que solo tuvo un periodo de bonanza, la duración fue de 15 años y, por lo tanto, se lleva el título de mayor número de años por bonanza promedio en la región (Gráfico 3). Por sectores, el que más bonanzas presentó en total, y para los tres periodos mencionados anteriormente, fue el de alimentos.

Gráfico 3.

Número de bonanzas y duración promedio por país, 1962 – 2016

Nota: Promedio de años de cada bonanza en el eje derecho.

 

Para Colombia se identificaron dos periodos específicos de bonanza. El primero entre 1975 y 1980 en alimentos (Gráfico 4), y entre 2008 y 2016 en el sector de combustibles (Gráfico 5)[1]. En estos se observa la participación de las exportaciones de cada sector como porcentaje del PIB, en donde las líneas punteadas verticales representan los límites de los periodos de la bonanza y la línea horizontal el valor crítico para cada serie[2]. Se puede notar claramente que hay valores que superan el valor crítico, pero no se consideran una bonanza porque no tienen la suficiente continuidad en el tiempo.

Gráfico 4.

Identificación de bonanzas en el sector de alimentos en Colombia, 1960-2016

Fuente: WDI y cálculos propios.

Gráfico 5.

Identificación de bonanzas en el sector de combustibles en Colombia, 1960-2016

Fuente: WDI y cálculos propios.

El siguiente ejercicio realizado para el caso colombiano fue cuantificar el peso relativo de cada uno de las bonanzas, siguiendo la metodología planteada por Adler y Magud (2013). Al cuantificar las bonazas se encontró que la de combustibles generó durante todo el periodo un 68,8% de ingresos reales inesperados con respecto a los proyectados. Dada la duración de esta, el promedio anual de ingresos reales inesperados fue de 5,8% de los ingresos reales proyectados. En el caso de la bonanza de los años setenta, los ingresos reales inesperados fueron del orden del 13,2% de los proyectados, lo cual equivale a unos ingresos adicionales de 2,2% promedio anual. Es decir que la bonanza más reciente en Colombia representó, en términos relativos, más de cinco veces lo que constituyó la bonanza de los años setenta en generación de ingresos adicionales.

La pregunta que queda por responder es qué sectores de la economía se vieron favorecidos por aumentos de la inversión durante el periodo de la última bonanza. Los resultados muestran que durante estos años la inversión total anual del Presupuesto General de la Nación (PGN) fue 1,4 pp del PIB superior a la inversión total en los años que no hubo bonanza. En cuanto a los sectores, se destaca la relación positiva entre la bonanza y el aumento de los recursos para inversión en inclusión social, transporte, agricultura y vivienda. En el caso particular del primer sector identificado, la diferencia de la inversión en los periodos de bonanza fue de 0,56 pp del PIB. El componente de salud y protección social también se relacionó positivamente con la bonanza. Cabe resaltar que la inversión de la Presidencia de la República se redujo en el periodo de la bonanza en 0,22 pp del PIB y la del Ministerio de Hacienda en 0,19 pp. En el caso de Defensa y Policía, no hubo aumentos estadísticamente significativos durante el periodo de la bonanza.

Finalmente, la importancia del análisis de las bonanzas y la comparación con sus vecinos, permite comprender estos fenómenos desde una perspectiva de historia económica. Confrontar el tamaño de la bonanza en cuanto a ingresos generados es fundamental para el diseño e implementación de políticas económicas que permitan un mayor aprovechamiento de los recursos provenientes de estos episodios. Todo esto ya que las herramientas fiscales deben ajustarse a la cantidad de ingresos adicionales generados y así lograr el mayor uso eficiente de estos recursos.

 

Referencias

Marín, L.; Bonet, J.; Pérez, G.J. (2018). “¿Cuál es la dimensión y en que se gastó la reciente bonanza en Colombia?”, Documentos de trabajos sobre economía regional y urbana, núm. 273, Banco de la República, Centro de Estudios Económicos Regionales (CEER), Cartagena.

Fernández, C.; Villar, L. (2014b). «Temporary Resource Booms and Manufacturing Output: A Global Perspective,» Monetaria, Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, vol. 0(2), pages 161-216, July-December.

Adler G.; Magud N. (2013). “Four Decades of Terms-of-Trade Booms: Saving-Investment Patterns and a New Metric of Income Windfall.” IMF. WP/13/103.

[1] Para la identificación de los periodos de bonanza se siguió la metodología propuesta por Fernández y Villar (2014).

[2] En los resultados se evidencia la intuición detrás de la metodología, dado que no solamente es importante la participación de cada sector, sino también que el periodo de bonanza se caracterice por un cambio significativo y continuo de por lo menos tres periodos.