En primer lugar, el estatuto tributario es extenso, confuso, inequitativo e ineficiente. Segundo, la caída en los precios de los combustibles fósiles redujo, de forma significativa, los ingresos del Gobierno. Tercero, la Constitución consagra una serie de derechos, de los cuales no están gozando muchos colombianos, y para pagar el costo de garantizar estos derechos es necesario elevar el recaudo tributario.
El número de artículos del Estatuto Tributario ha crecido en cerca del 60 por ciento desde 1990. En el mismo periodo, la Dian ha tenido que emitir múltiples conceptos o aclaraciones, que, por supuesto, se emiten a solicitud de los contribuyentes. Tanto los incrementos en el número de artículos como los conceptos de la Dian suelen estar relacionados con caídas en el crecimiento económico.
Lo anterior implica que un estatuto tributario corto, simple y estable ayudaría a acelerar el crecimiento económico. Asimismo, en la medida en que haya menos exenciones se simplifica la labor del recaudador y puede aumentar la eficiencia en el recaudo.
La inequidad está asociada a la complejidad del estatuto. La cantidad de exenciones existentes permite que individuos de altos ingresos desarrollen estrategias para minimizar el pago de impuestos. Estas estrategias no están al alcance de todos, porque tener los servicios de un contador es costoso y porque muchas exenciones están asociadas a gastos que los más pobres no se pueden permitir (como los aportes a fondos de pensiones voluntarias). Por supuesto, también hay exenciones que no demandan esfuerzo alguno de los más favorecidos (la exención a las pensiones).
La ineficiencia, claramente, también está relacionada con la complejidad. En primer lugar, las firmas nacionales deben pagar diferentes tipos de impuesto, cada uno calculado de forma diferente. Para esto se requiere una asignación ineficiente del tiempo de los trabajadores. Igualmente, esto dificulta el trabajo del recaudador. En segundo lugar, la cantidad de exenciones existente abre huecos en el recaudo, que terminan siendo llenados con tasas impositivas más altas. En tercer lugar, la combinación entre exenciones y tasas altas lleva a que diferentes empresas tengan tasas impositivas muy diferentes.
En lo que respecta a la necesidad de aumentar el recaudo, el problema de la caída en los precios de los combustibles fósiles no requiere mayor explicación. Para ilustrar el problema de los derechos constitucionales basta mencionar que aún hay un déficit de vivienda, superior a 1’500.000 unidades, es decir, hay un millón y medio de hogares que no gozan del derecho a una vivienda digna, que los habitantes de varias ciudades no disfrutan del derecho al medioambiente sano, o que la población desplazada tiene muy pocos derechos.
Infortunadamente, la experiencia reciente indica que la aprobación de una reforma estructural es muy difícil: durante los últimos 24 años Colombia ha tenido 13 reformas tributarias, y es claro que el Estatuto Tributario sigue siendo muy malo.
Columna publicada en Portafolio.co el 25 de enero de 2016
Por lo que veo, los males de normas tributarias complejas que incluso no contribuyen a un sistema ordenado y razonablemente justo en materia de equidad, se ha generalizado en varios países de nuestro continente. Colombia no es la excepción y Argentina es uno de ellos. A veces estimo que es una forma de justificar el notable crecimiento de la burocracia estatal, que no solo no produce, sino que se adueña de la riqueza creada por los sectores productivos, pero sin mejorar la equidad tributaria y contribuir a una más equitativa distribución de la riqueza. Comento, por ejemplo, que en Argentina prácticamente ha desaparecido el crédito hipotecario que permitió en otras épocas cumplir el sueño de la casa propia a amplios sectores de la sociedad. Aquí el déficit de la vivienda, incluida la vivienda social, casi duplica la cifra que el trabajo de Hernando Zuleta, informa para Colombia. Aún con similares cantidad de habitantes. Las migraciones internas a las grandes ciudades y las inmigraciones provenientes de países vecinos, han contribuido a agravar el problema citado, creando a su vez serios problemas sociales que no son tema de este comentario.
Hernando,
TODOS los países necesitan una reforma tributaria. En distintos grados, los sistemas tributarios de todos los países son ineficientes (las cuestiones de equidad dependen también del gasto público). La gran pregunta es por qué los políticos de todos los países tanto se resisten a reformar sus sistemas tributarios. Peor, como lo muestra Chile hoy, algunos políticos están dispuestos a agravar la ineficiencia de su sistema tributario para conseguir sus objetivos personales (alguien puede decir que en Chile el costo no era alto en relación a los sistemas de otros países y entonces poco importa que ese costo aumente mucho). Mi respuesta es que hoy los sistemas tributarios deben financiar servicios públicos y redistribuciones de ingreso aceptadas por mayorías absolutas, pero también deben financiar a grandes ejércitos de parásitos en el sector público y en el sector cuasi-público, además por supuesto de los partidos y movimientos políticos y organizaciones de apoyo, algo que jamás sería aceptado por una mayoría absoluta y que por lo tanto de alguna manera se oculta. Si se acepta esa división yo diría que no más de dos tercios de la recaudación de impuestos se destina a gasto aprobado por mayorías absolutas, y en algunos países menos del 50%.