La quiebra y posterior rescate de Silicon Valley Bank, Signature Bank y First Republic Bank en Estados Unidos, al igual que la de Credit Suisse en Suiza, volvieron a poner una lupa sobre los riesgos que tiene un sistema bancario. Un primer impulso conjunto de las autoridades económicas en Estados Unidos fue anunciar la protección de los depósitos, debido a que varios depositantes tenían montos por encima de la cobertura máxima del FDIC, el seguro de depósitos en ese país. No obstante, formalizar la protección completa de todos los depósitos, independientemente del monto o del banco puede estar sembrando las semillas de la siguiente crisis bancaria, sin solucionar los problemas que causan crisis bancarias. Sería mejor tener una protección total para un monto bajo de depósitos y permitir que las entidades de crédito asumieran mayor riesgo.
La función principal de los bancos es intermediar recursos entre depositantes y deudores. En otras palabras, un banco se endeuda con los depositantes para prestar esos recursos. Como mencionan Calomiris y Haber (2014), por definición hay riesgo en este negocio: si los deudores no pagan sus préstamos, los bancos no tienen recursos para responder por los depósitos. Adicionalmente, los préstamos que hacen los bancos tienen un plazo mayor que el de los depósitos. De hecho, un banco no tiene certeza sobre cuándo una persona va a querer retirar sus depósitos.
A la labor de intermediar recursos se suma otra función importante: facilitar los pagos en una economía. Ante los riesgos de crédito (que los deudores no paguen sus préstamos) y de liquidez (que los depositantes quieran retirar sus ahorros a la vez) que pueden afectar a los depositantes, esta otra función implica que la quiebra de un banco tiene implicaciones más allá de la afectación directa a los depositantes. Por esta razón los bancos están sujetos a múltiples regulaciones, que incluyen garantizar que los bancos tengan suficiente patrimonio para disminuir los incentivos a asumir riesgo crediticio, al igual que garantizar que tengan suficientes activos líquidos y seguros para matizar el riesgo de liquidez.
No obstante, como lo demuestran Diamond y Dybvig (1983), puede haber situaciones que resulten en corridas bancarias, si se da una suficiente coordinación entre los depositantes de querer retirar sus ahorros al mismo tiempo. Un seguro de depósitos puede evitar esta mala coordinación, que es una de las motivaciones por las que en varios países existe tal cobertura.
Ahora, un seguro de depósitos también tiene costos. Demirgüç-Kunt y Detragiache (2002) y Anginer et al (2012) encuentran que tener seguro de depósitos aumenta la probabilidad de ocurrencia de crisis bancaria. Un mecanismo detrás de esto resultados es riesgo moral: si los depositantes están tranquilos porque sus depósitos van a estar seguros, entonces no van a estar tan pendientes del riesgo que asuman los bancos. En ese sentido la garantía de las autoridades económicas en Estados Unidos de que todos los depósitos en los bancos afectados recientemente, incluidos aquellos en montos superiores a los USD250.000 que cubre la FDIC, estaría cultivando las semillas de una futura crisis bancaria.
Así las cosas, el sector bancario necesita regulación, porque en ausencia de ésta puede haber crisis bancarias. No obstante, aunque algunas regulaciones disminuyan algunos riesgos (e.g. un seguro de depósitos disminuye el riesgo de una corrida bancaria), pueden exacerbar otros. Más aún, regulaciones muy estrictas pueden generar sectores bancarios seguros, pero que impliquen poca profundidad.
Una manera de lidiar con la necesidad de regular los bancos porque su negocio consiste en asumir riesgos, y la quiebra de un banco tiene costos sociales altos, es tener un banco angosto, conocido como narrow bank. En este tipo de bancos todos los depósitos tienen respaldo, de manera que no hay riesgo de liquidez ni de corridas bancarias. Podría ser algo como el NS&I de Reino Unido, pero no necesariamente tiene que ser una entidad pública.
Ahora, no todos los bancos se pueden volver angostos, porque se perdería la capacidad de intermediación. Pero se podría garantizar hasta cierto monto en una institución en particular que los depósitos tuvieran completo respaldo. De hecho, ese banco podría ser el predeterminado para recibir giros de subsidios monetarios. O podría ser el sitio establecido por bancos centrales para implementar monedas electrónicas.
Al tener un monto máximo, se impediría que dejaran de existir otras instituciones financieras. Ahora, como ya se estaría garantizando que un monto de depósitos no se va a desaparecer, las otras instituciones financieras podrían asumir más riesgos, sin necesidad de regulación tan estricta. Así aumentaría la intermediación financiera. Se podría aprovechar el surgimiento de Fintech sin tener la preocupación de tener que respaldar todos los recursos invertidos en estas entidades, ni generar el riesgo moral de respaldarlo. En la medida en que los depositantes/inversionistas en estas entidades estén conscientes de que están asumiendo riesgo, estarán más atentos a supervisar dichos riesgos. La regulación estaría encaminada a garantizar transparencia de esta información. Potencialmente, como argumenta Wesemann (2023), entidades empezarían a ofrecer el equivalente a seguros de depósitos privados, sin necesidad de intervención estatal.
En una economía sana hay empresas que entran y salen de diferentes mercados. En ninguna economía sana se evita que un supermercado se quiebre. No obstante, tratamos diferente al sector bancario, por el costo social grande de que quiebre un banco. Las regulaciones encaminadas a evitar esto, también disminuyen la intermediación financiera, erosionan la competencia y generan otros riesgos. Tener una protección básica para depósitos podría cubrir un riesgo importante (i.e. un monto de depósitos básico), y al mismo tiempo disminuir los costos de la regulación estricta a la que los bancos están sujetos hoy en día.
Referencias
Anginer, D., Demirgüç-Kunt, A. y Zhu, M. (2014). “How does deposit insurance affect bank risk? Evidence from the recent crisis”, Journal of Banking & Finance, Vol 48, pp 312-321.
Calomiris, C. W. y Haber, S. H. (2014). Fragile by Design: The Political Origins of Banking Crises and Scarce Credit. Princeton University Press. Princeton, EEUU.
Demirgüç-Kunt, A. y Detragiache, E. (2002). “Does deposit insurance increase bank system stability? An empirical investigation”, Journal of Monetary Economics, Vol 49 (7), pp 1373-1406.
Diamond, D. W. y Dybvig, P. H. (1983). “Bank Runs, Deposit Insurance, and Liquidity”, Journal of Political Economy, Vol 91 (3), pp 401-419.
Wesemann, A. (2023). “Andreas Wesemann asks what government-backed deposit insurance is for” en The Economist, 1 de mayo de 2023.