El Sol y el Ocaso (del) Boliviano

Diversos medios reportan que Bolivia está atravesando una grave crisis financiera y cambiaria, que amenaza con generar un colapso no sólo económico sino también político y social. En un útil análisis de la situación publicado esta semana[1], The Economist calcula que las reservas internacionales netas de Bolivia han caído de USD 12 mil millones a menos de USD 3.5 mil millones, de los cuales sólo unos USD 370 millones están disponibles en efectivo. La expectativa de una inminente devaluación del boliviano, que ha estado pegado al dólar desde 2011, ha causado que la población busque protección deshaciéndose de la moneda nacional para comprar dólares. Y al no encontrar dólares, de acuerdo a un cambista citado por The Economist, “los clientes empezaron a comprar euros, reales brasileños, soles peruanos, o pesos chilenos. Ahora el cambista está agotando sus tenencias de esas monedas también.”

La observación de que la crisis boliviana está explotando con un proceso de solarización de su economía conlleva lecciones claras para el Perú. Quizá la más importante es que el debate sobre el modelo económico peruano versus el boliviano se inclina decididamente en favor del primero.

Me explico. En discusiones y propuestas de reforma en el Perú, incluyendo la posibilidad de un cambio de Constitución, una observación central es que la performance económica peruana de los últimos treinta años ha sido sorprendemente favorable, sobre todo en lo macroeconómico y financiero. A pesar de que importantes problemas persisten y deben ser solucionados, es innegable que el crecimiento peruano ha sido alto y sostenido, y acompañado de baja inflación y tipos de cambio muy estables. Esto ha llevado a una gran mejora de niveles de vida, medidos por el ingreso per capita, y también drásticas caídas en pobreza y desigualdad económica.

Estas mejoras se han obtenido en el marco de una orientación abierta hacia el mercado, cimentada en férrea disciplina fiscal y monetaria, y con énfasis en la inversión privada como un motor vital de desarrollo. La experiencia peruana, por lo tanto, significa un fuerte argumento en favor de la preservación (con mejoras) del “modelo”, en vez de su reemplazo por uno alternativo.

Ese “otro modelo” es muy a menudo ejemplificado por la experiencia boliviana de los últimos años. Sus proponentes han arguído que Bolivia obtuvo resultados muy parecidos a los del Perú (alto crecimiento, baja inflación, fuerte reducción de pobreza, notable redistribución) pero con políticas mucho más intervencionistas y estatistas. La estrategia boliviana fue bastante heterodoxa en lo macro, fijando el tipo de cambio, e incurriendo en amplios déficits fiscales, en parte para subsidiar el precio de la gasolina. Y en vez de fomentar la inversión privada, Bolivia optó por la nacionalización y expropiación de sus recursos, en particular sus vastas reservas de gas natural.

La estrategia pareció funcionar por muchos años. Y esto llevó a varios actores políticos en el Perú expresen admiración y aprobación por ella, sugiriendo que el Perú debía también optar por ese camino. Por ejemplo, Pedro Francke, ministro de Economía de Pedro Castillo, declaró en 2021: “hay que redistribuir la riqueza, en particular la riqueza minera….el país que más se asemeja al sistema económico que el nuevo gobierno pretende construir es Bolivia”.[2] A su vez, Yohny Lescano de Acción Popular tuvo el siguiente intercambio en una entrevista con Peru21: [3]

Peru21: En su plan de gobierno usted habla de cambiar las reglas para la gran minería y otras actividades extractivas y pone a Bolivia como ejemplo de una negociación más equitativa, la Bolivia de Evo Morales.

Lescano: Se ha aludido (en el plan) algo que ha sucedido. No voy a negar que Bolivia es un país chiquito que ha renegociado contratos y los bolivianos han crecido más que el Perú después. Eso no es admirar a nadie, simplemente hacer referencia a un hecho concreto que ha ocasionado que en esos países se pueda poner más orden, haya más equidad y esos países hayan crecido más rápido económicamente que el Perú; no son visiones.

El colapso actual de Bolivia, sin embargo, es prueba concluyente de que el modelo boliviano fue siempre un espejismo sostenido por factores transitorios, cuya inevitable desaparición significaba que la estrategia estaba destinada a fracasar en el mediano plazo. El factor más importante fue que el precio del gas natural, la mayor exportación boliviana, se triplicó entre el 2002 y el 2009. Eso permitió que Evo Morales forzara una renegociación de los contratos con compañías mineras, con la cual el estado boliviano adquirió control de las explotaciones y más de la mitad del valor de la producción en royalties. [4]

Precio Global del Gas Natural (USD por Millon BTU)

Fuente: FMI and Federal Reserve Bank of Saint Louis

 

La jugada de Morales ayudó a Bolivia a acumular enormes reservas internacionales, las que llegaron a más de la mitad del PBI en el 2014. Pero también significó que la inversión privada en el sector energía se evaporó. Como consecuencia, la producción de gas natural ha disminuído en más de un tercio desde el 2014. También desde el 2014 los precios del gas natural cayeron (aunque se recuperaron un poco durante la pandemia).

El resultado es que el valor de las exportaciones de Bolivia se ha desplomado. Las reservas internacionales se esfumaron por eso, y también por las políticas fiscales populistas, especialmente subsidios a la gasolina, que se han mantenido hasta ahora, aumentando aún más el deficit fiscal

Bolivia: Reservas Internacionales Netas, Excluyendo Oro (Miles de Millones USD)

Fuente: Banco Mundial

 

El agotamiento del modelo boliviano, por tanto, no ha sido ninguna sorpresa. Al contrario, ha sido muy prececible. De hecho, hace ya más de dos años Augusto Alvarez Rodrich, comentando sobre un informe de Apoyo Consultoría llamado “Bolivia 2006-2019: Una falsa historia de éxito económico”, escribía: “Bolivia no es un milagro económico como creen Yonhy Lescano y Verónika Mendoza”.[5]

La crisis boliviana era también muy predecible en términos de la teoría económica existente. En particular, los modelos de crisis de balanza de pagos de primera generación, a la Krugman (1979)[6], nos enseñaron hace ya más de cuatro décadas que la combinación de tipos de cambio fijos y déficit fiscales persistentes necesariamente acababa en un colapso cambiario. Y los modelos de tercera generación, inicialmente desarrollados por Chang y Velasco[7], predicen correctamente que un régimen de tipo de cambio fijo interfiere con la capacidad del Banco Central de actuar como prestamista de última instancia, lo que termina resultando en corridas bancarias aunadas a corridas cambiarias. Esto es exactamente lo que ha sucedido en Bolivia con la virtual quiebra del Banco Fassil, el tercero más grande de ese país.[8]

Mientras escribo estas líneas, me pregunto si Bolivia podrá evitar una debacle total. Hay posibilidades: por ejemplo, es concebible que algún organismo internacional decida prestarle un monto suficiente para comprar tiempo e implementar cambios que eviten la catástrofe. Esto requeriría suerte (que deseamos para Bolivia) pero también la voluntad de cambiar radicalmente de rumbo. Lo que sí es claro, dadas las tendencias de mediano plazo que hemos visto, es que la estrategia previa ha llegado a su fin.

Cada uno de estos puntos podría ser motivo de una exposición mucho más detallada, pero esta columna ya es algo larga, y creo que las conclusiones son claras: el llamado “modelo boliviano” nunca fue una alternativa viable al “modelo peruano”; el colapso en Bolivia era completamente esperable y consistente con la teoría económica existente; como escribió Paul Rosenstein-Rodan en la introducción dei influyente  Anatomía de un Fracaso Económico: Perú 1968-78, “uno no necesita ser ineficiente para probar que tiene sentido social”. O como famosamente decía Milton Friedman y repetía nuestro extrañado Renzo Rossini (uno de los mayores responsables del brillo del sol peruano), al final nunca hay lonche gratis. Nunca.

[1] https://www.economist.com/the-americas/2023/04/18/bolivia-is-on-the-brink-of-an-economic-crisis

[2] https://www.rumbominero.com/peru/noticias/mineria/pedro-francke-hay-que-redistribuir-la-riqueza-en-particular-la-riqueza-minera/

[3] https://peru21.pe/politica/yonhy-lescano-los-bolivianos-han-crecido-mas-que-el-peru-accion-popular-rafael-lopez-aliaga-elecciones-2021-daniel-salaverry-covid-noticia/

[4] “In 2006 Mr Morales nationalised the country’s vast gas fields. Private companies were forced to sign new contracts with the state firm, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb), and hand over majority control. They also pay royalties amounting to 50% of gross production.” The Economist, op. cit.

[5]  https://larepublica.pe/opinion/2021/03/19/bolivia-no-es-un-milagro-economico-por-augusto-alvarez-rodrich

[6] “A Model of Balance-of-Payments Crises”, Journal of Money, Credit and Banking, Vol. 11, No. 3 (August 1979), pp. 311-325.

[7] Por ejemplo “Liquidity Crises in Emerging Markets: Theory and Policy”,  NBER Macroeconomics Annual 1999 (Ben Bernanke and Julio Rotemberg, eds.), The MIT Press, Cambridge, 2000

[8] https://www.bloomberglinea.com/2023/04/19/corralito-bancario-en-bolivia-asi-esta-la-situacion-del-banco-fassil/