La construcción del Estado en situaciones de posconflicto es un proceso lento y arduo. Los estados que salen de un conflicto armado normalmente luchan por restablecer la autoridad en áreas anteriormente gobernadas por grupos armados. Por lo general, tienen una infraestructura física limitada y operan bajo severas limitaciones financieras y de capital humano. Si los estados siguen siendo débiles, las brechas de gobernanza que surgen a medida que los grupos rebeldes se desmovilizan pueden exacerbar el crimen y el conflicto a nivel local. También puede crear oportunidades para que los grupos armados nuevos o existentes consoliden el control territorial.
En un nuevo documento de trabajo (en coautoría con Rob Blair, Manuel Moscoso y Andrés Vargas) estudiamos cómo Estados pueden resolver este problema. En particular, nos enfocamos en el papel que juegan los mecanismos de resolución de conflictos y mediación de disputas. Debido a que estados en el posconflicto suelen ser débiles, argumentamos que la estrategia más viable para resolver disputas de manera justa y eficiente es asociarse con instituciones comunales:[1] es decir, los mecanismos informales y locales para mantener el orden que, de forma frecuente, surgen o proliferan durante el conflicto armado. Argumentamos que al explotar estas complementariedades entre estados e instituciones comunales los estados pueden reducir el riesgo de una escalada de conflictos locales y prevenir el resurgimiento de gobernanza por parte de grupos armados.
ComunPaz y el contexto
En nuestro documento probamos este argumento en Colombia, donde la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarios de Colombia (FARC), el grupo insurgente más grande del país, ha abierto una oportunidad para que el estado proyecte autoridad en muchas regiones rurales por la primera vez en más de 50 años. Las FARC y otros grupos armados crearon o adoptaron una variedad de mecanismos para mantener el orden en los territorios que controlaban, incluidos, de manera crucial, mecanismos de resolución de disputas.[2]
Junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Departamento Nacional de Planeación (DNP), evaluamos experimentalmente un intervención escalable que se llama ComunPaz, que fue diseñada para llenar estos vacíos de gobernabilidad. El programa buscó ayudar a las autoridades estatales a comprender las ventajas comparativas y los roles y responsabilidades legales de sus contrapartes comunales, y viceversa; crear oportunidades para que estas autoridades generen confianza entre sí y con los ciudadanos; y desarrollar estrategias para incrementar la comunicación y coordinación entre las instituciones comunales y el estado. El programa se centró en comandantes de policía, inspectores de policía y Juntas de Acción Comunal (JAC), instituciones comunitarias clave para la gobernanza local en las zonas rurales de Colombia.[3] Muchas JACs se integraron en los acuerdos de gobernanza local de las FARC durante el conflicto armado; la mayoría continúa funcionando incluso en comunidades ahora abandonadas por las FARC, pero sin la capacidad coercitiva que alguna vez brindaron las FARC. ComunPaz buscó explotar estos legados del gobierno rebelde con el propósito de construir un Estado más fuerte y brindar mejores servicios a ciudadanos en estas zonas.
Nuestra muestra consta de 149 comunidades en cuatro regiones rurales del país, todas las cuales fueron severamente afectadas por el conflicto armado y la mayoría de las cuales fueron gobernadas anteriormente por las FARC u otros grupos armados. Se asignaron aleatoriamente 72 comunidades para participar en ComunPaz. Evaluamos el impacto del programa mediante encuestas a residentes, líderes de JAC, comandantes de policía e inspectores de policía, entre otras estrategias de mediación.
Resultados
Encontramos que ComunPaz redujo la prevalencia de disputas violentas y no resueltas a nivel comunitario. También encontramos evidencia de que el programa disminuyó la dependencia de la comunidad sobre los grupos armados y disminuyó la percepción de los mismos entre los residentes. Es importante destacar que la dependencia de los grupos armados ya era poco común en estas comunidades y las percepciones de ellos ya eran desfavorables. ComunPaz parece haber llevado las percepciones y la dependencia de estos otros grupos armados casi a cero. El programa también mejoró las percepciones de algunas autoridades estatales. ComunPaz también aumentó la coordinación entre el estado y las instituciones comunales y mejoró la cohesión y eficacia de las propias instituciones comunales.
¿Qué sugiere este experimento para los Estados intentando proyectar autoridad en áreas que los grupos armados desmovilizados han dejado atrás?
Primero, hay ventanas relativamente estrechas para que los estados comiencen a resolver los desafíos cotidianos de los ciudadanos, antes de que otros grupos armados llenen los vacíos de gobernabilidad. En segundo lugar, las intervenciones relativamente baratas pueden generar cambios importantes en las actitudes y comportamientos en los espacios posconflicto. Estos efectos se pueden durar, aunque es difícil hasta cuándo. En tercer lugar, las instituciones comunales tienen un papel crucial que desempeñar para ayudar a los estados a reconstruir su autoridad después de un conflicto armado.
[1] Baldwin, Kate. 2015. The Paradox of Traditional Chiefs in Democratic Africa. New York: Cambridge University Press.
[2] Arjona, Ana. 2016. Rebelocracy: Social Order in the Colombian Civil War. Cambridge, UK: Cambridge University Press.
[3] Kaplan, Oliver. 2018. Resisting War: How Communities Protect Themselves. Cambridge, UK: Cambridge University Press; Vargas Castillo, Andrés. 2019. Legacies of Civil War: Wartime Rule and Communal Authority in Rural Colombia. New Haven, CT: Yale University. Ph.D. Dissertation.