Perú: La Corrupción Aumentó Desde 2021 (y Su Costo También)

Roberto Chang[1]

A fines de Enero, Transparencia Internacional (TI) publicó la versión 2023 de su Indice de Percepciones de Corrupción (o CPI, por Corruption Perceptions Index). Como mencioné hace casi un par de años en una entrada aquí (la cual llamaré Chang (2022) por brevedad), elaborada en base a la versión 2021,[2] el CPI es una medida muy respetada del grado de corrupción del sector público. La versión 2023 incluye 180 países, el mismo número que en 2021. El Perú aparece en el CPI desde 2012. Por tanto, el CPI nos permite analizar la evolución del grado de corrupción en los últimos doce años, y comparar el Perú contra otros países.

El propósito de este comentario es actualizar lo escrito en Chang (2022), lo que aparece sumamente urgente porque, como vamos a ver, los datos de TI indican que la corrupción en el Perú, que ya era un problema grave en 2021, empeoró drásticamente en 2022 y 2023. Correspondientemente, el costo económico de la corrupción ha subido aún más desde 2021, un período asociado con Pedro Castillo y también el gobierno actual.

Para ayudar a los lectores que pueden no estar al tanto de lo que es el CPI, reproduzco el resumen de Chang (2022):

Como el nombre lo indica, el CPI es una medida de las percepciones de expertos y otros actores sobre el grado de corrupción del sector público. Para ello, Transparencia Internacional promedia diversas encuestas y evaluaciones sobre corrupción en cada país, que contienen información sobre diversas dimensiones asociadas a corrupción. TI lista dimensiones específicas, entre las cuales cabe enfatizar algunas muy pertinentes en el momento actual del Perú:[3]

  • Sobornos
  • Desviaciones de fondos públicos
  • Oficiales usando cargos públicos para su beneficio privado, sin sufrir consecuencias
  • Nepotismo en nombramientos en el servicio civil
  • Habilidad del gobierno en contener corrupción en el sector público

Usando los datos más recientes de TI (https://www.transparency.org/en/cpi/2023), la tabla a continuación presenta información selecta, actualizando la tabla en Chang (2022).  Recordemos que el índice va de 0 a 100, y que aumentos en el índice significan que hay más corrupción.[4]

Los datos del Perú, en la primera fila de la tabla, confirman lo que temíamos. El índice de corrupción del Perú subió en tres puntos entre 2021 y 2023. Comparando con otros países, el Perú se ubicaba en el puesto 105 de 180 en el 2021. Dos años después, en 2023, su puesto en la tabla había caído al 121.

Digo “confirman lo que temíamos” porque ya en 2022 era palpable el deterioro institucional del país, asociado con la administración de Pedro Castillo y sus cómplices, de manera que Chang (2022) vaticinó:

En 2021, se ve un retroceso y un aumento en las percepciones de corrupción en el país, elevando el índice a 64. Esto es obviamente preocupante, especialmente porque está en línea con las muchas acusaciones de corrupción asociadas con el gobierno de Pedro Castillo. Por otro lado, recordemos que  Castillo llegó a palacio a fines de Julio del 2021, por lo que no es claro que la caída peruana de 2021 en el ranking de TI sea totalmente atribuíble al gobierno de Castillo.

Habiendo dicho eso, los numerosos episodios recientes asociados con Castillo y sus allegados sugieren que el índice de corrupción del Perú en 2022 probablemente empeorará, y no sería sorpresa que subiese por encima de 65, el máximo observado en la década reciente.

Indice de Percepciones de Corrupción, 2021-2023

Fuente: Transparencia Internacional

Nota: El rango del índice es 0-100. Valores mayores indican más corrupción. El ranking incluye 180 países y va de menos a más corrupción.

La tabla enfatiza comparaciones con países con los cuales quisiéramos competir, como Uruguay y Chile, y países que creemos que están peor, Ecuador, Bolivia y Venezuela. Excepto por Uruguay, todos estos países muestran un aumento en sus índices de corrupción entre 2021 y 2023. (De hecho, los comentarios sobre la evolución de la corrupción en el mundo notan que hay un significativo deterioro en América Latina.) Pero ninguno empeoró tanto como el Perú entre 2021 y 2023.

Finalmente, preguntemos cuál es el costo económico del aumento en corrupción. En Chang (2022) presenté cálculos, iniciales pero plausibles, basados en trabajos existentes, concretamente Mauro (1995)[5] y Grundler y Potrafke (2019). [6]

Específicamente, uno puede empezar con el resultado central de Grundler y Potrafke: “el efecto acumulado de largo plazo de la corrupción sobre el crecimiento es que el PBI per capita cayó en alrededor de 17 por ciento cuando el índice CPI aumentó en una desviación estandar”. [7] En el trabajo de Grundler y Potrafke, una desviación estandar en el CPI es 19.56. Esto nos permite comparar al Perú con otros países, y también estimar el costo del aumento de la corrupción.

Si queremos comparar, por ejemplo, el costo de la corrupción en Perú vis a vis Uruguay, observamos que en 2023 el CPI peruano era 40 puntos mayor que el de Uruguay. En términos de desviaciones estandar, esto es 40/19.56 = 2.04 desviaciones. Esto significa que si el Perú pudiese de alguna forma reducir su corrupción para llevarla al mismo nivel que Uruguay, el PBI per capita peruano aumentaría en 2.04 X 17% = 34.8 %, esto es, un tercio más. O (usando el estimado de USD 7670 de PBI per capita, en una comparación sugerida por Norman Loayza), cada peruano podría haber ganado como 2,600 dólares más en 2023, si la corrupción en Perú hubiera sido igual que la de Uruguay.

Quizá el lector se dirá que una comparación de este tipo, entre Perú y un país más rico como Uruguay, es poco informativa, porque sabemos que el Perú tiene un nivel de desarrollo menor, y que puede llevar mucho tiempo cerrar la brecha, etcetera. Estoy de acuerdo con esa objeción, y enfatizo que el propósito del cálculo es mayormente ilustrativo.

Por eso, un cálculo mucho más importante puede ser la comparación del Perú en 2023 contra el propio Perú en 2021 o antes. Y lo que encontramos es que el costo del aumento reciente de corrupción en el Perú es enorme.

Como hemos visto, el CPI aumentó en 3 puntos entre 2021 y 2023. Usando las estimaciones de Grundler y Potrafke, esto equivale a es 3/19.56= 0.1533 desviaciones estandar del CPI, lo que multiplicado por 17 por ciento da 0.0261. Esto es, el deterioro en la corrupción en el Perú entre 2021 y 2023, si se mantiene permanentemente,  va a llevar a una pérdida de 2.61 por ciento en el PBI per capita por año. O para ponerlo en otros términos: el aumento de la corrupción entre 2021 y 2023 estará asociado con una reducción en más de 200 dólares por año del ingreso del peruano promedio.[8]

Para una perspectiva adicional: como el PBI peruano en 2023 fue alrededor de 268,000 millones de dólares, la pérdida para el Perú derivada del aumento de la corrupción, en la ausencia de una reversión,  está en el orden de 7,000 millones de dólares por año.

Vale la pena recalcar dos aspectos adicionales de estos cálculos. Primero, las pérdidas son permanentes, es decir, si el deterioro en corrupción no se revierte, el Perú perderá 7,000 millones de dólares cada año, todos los años.

Segundo, el cálculo aquí se refiere a las pérdidas derivadas del cambio en el índice de corrupción entre 2021 y 2023. Los estimados, en particular, miden el costo económico para los peruanos del deterioro institucional desde 2021, irónicamente asociado con una administración que prometía “no más pobres en un país rico”.

Como siempre, debo mencionar las mismas advertencias que en Chang (2022):

Voy a repetir que estos estimados son rápidos y crudos, y sujetos a mucha incertidumbre. También, nuestro ejercicio no identifica los factores más fundamentales que el índice CPI puede estar capturando, ni cómo es que cambios en estos factores afectan la actividad macroeconómica, la inversión, y el producto e ingreso nacionales. Por esta misma razón, el ejercicio no genera lecciones sobre qué políticas podrían tener éxito en reducir la corrupción (o la percepción de ella) de forma de que aumente el PBI.[9]

Pero también:

Pero por otro lado, los estimados aquí propuestos son creíbles, habiendo sido obtenidos en base a investigaciones academicas serias y reconocidas. Proveen un punto de partida cuantitativo para un debate que, por los números que encontramos y la coyuntura nacional, es de suma urgencia.


[1] Agradezco valiosos comentarios de María Cecilia Villegas.

[2] https://dev.focoeconomico.org/2022/07/22/cuanta-corrupcion-tenemos-y-lo-que-nos-cuesta/

[3] La lista proviene de TI: https://www.transparency.org/en/news/how-cpi-scores-are-calculated

[4] En esta nota, alusiones al índice CPI se refieren al “reverse index”, definido como 100 menos el índice CPI original. Esto es por consistencia con estudios empíricos, los que a menudo utilizan el reverse index.

[5] Paolo Mauro, “Corruption and Growth”, Quarterly Journal of Economics 110, 3 (1995), 681-712

[6] Klaus Grundler y Niklas Potrafke , “Corruption and Economic Growth: New Empirical Evidence”, European Journal of Political Economy, December 2019, Volume 60

[7] “The cumulative long-run effect of corruption on growth is that real per capita GDP decreased by around 17% when the reversed CPI increased by one standard deviation.” La traducción es mía.

[8] Estos cálculos se refieren al efecto de largo plazo, que asume que el deterioro del CPI no se revierte. El impacto inmediato de corto plazo, de acuerdo con las estimaciones de Grundler y Potrafke, es alrededor de la cuarta parte del efecto de largo plazo.

[9] En otras palabras, más técnicas, nuestro ejercicio ha sido uno de predicción, en base a una forma reducida que no necesariamente identifica mecanismos causales detrás de la conexión entre el índice CPI y el PBI.