Fuga de talento universitario y externalidades del conocimiento

Fuga de talento universitario y externalidades del conocimiento

Entre enero y junio del 2023, más de 400 mil peruanos dejaron el Perú sin retornar. De manera más amplia, ha habido distintas olas de migración del Perú al extranjero en décadas recientes, motivadas por la necesidad de un mejor horizonte laboral y por la dificultad de construir un futuro aquí. Sin embargo, el repunte migratorio observado en los últimos dos años parece ser mayor que cualquier otro desde inicios de la década de los noventa.  

Dentro de esa tendencia agregada, algo más preocupante sobre lo que hay menos discusión es cómo un número creciente de peruanos muy jóvenes está optando por dar el salto al extranjero para su educación universitaria de pregrado. Los lugares de destino contrastan drásticamente con el lugar de origen. Los jóvenes ponen la mira en países más desarrollados que el Perú, con mayores salarios, menor violencia y mejor provisión de bienes públicos. Además, las universidades de esos países cuentan con amplios recursos económicos provenientes de fondos estatales o de donantes ricos, lo que les permite acoger a un porcentaje de estudiantes foráneos [1]. Se podría decir que este segmento de peruanos, normalmente los más cultivados –al tener acceso a la preparación relevante para los exámenes internacionales y el estímulo de sus padres o de instituciones auspiciadoras locales–, está abriendo terreno y dando renombre a nuestro país, además de estar invirtiendo esfuerzos con prospectos de mayor rédito personal. “Por mi mejoría, mi casa dejaría”, dice el refrán.  

El razonamiento económico refuerza esta tendencia. Modelos como el de Michael Kremer [2] atribuyen las brechas de productividad entre países ricos y pobres a las fuertes complementariedades en los niveles de talento dentro de un país. Según ese razonamiento, los individuos más talentosos trabajan mejor con otros tan talentosos como ellos. Por otro lado, los menos talentosos –incluso cuando son más numerosos– no pueden sustituir la contribución de los más talentosos. De manera más general, la economía predice que la capacidad humana se recompensa según su productividad marginal. En contextos desarrollados en los que la persona puede mostrar su aporte de manera más clara –gracias al orden institucional y a la demanda más amplia en diversos segmentos del mercado laboral–, su producto marginal será más alto y mejor retribuido. Por tanto, desde una perspectiva económica, la fuga de talento desde temprana edad no es un drama: es un fenómeno obvio que solamente se revertirá si se equilibran los incentivos en el país de destino y los incentivos en el Perú.

Mientras la discusión revuelve alrededor de quienes se van del país – ya sea por necesidad o por talento–, poco se habla de quienes se quedan, especialmente los más necesitados.

Naturalmente, los jóvenes talentosos que permanecen en el Perú confrontan las carencias del país más directamente que quienes emigran. Estudiar la carrera universitaria en el Perú obliga a abrir los ojos a la realidad circundante. La universidad no es la burbuja del colegio, que refleja un estrato social relativamente uniforme, además de la aspiración de los padres. En sus años universitarios, los jóvenes se topan con “un Perú en miniatura” en sus compañeros, en los contenidos de las clases, en las tareas en equipo, en las discusiones de coyuntura, en las iniciativas de voluntariado. Y gracias a las externalidades de conocimiento [3] generadas en las universidades peruanas que hacen o difunden investigación, los jóvenes van adquiriendo ideas de avanzada que los estimulan a ejercitar su creatividad. Aprecian así con una mirada más profunda la precariedad de los vendedores ambulantes, el transporte público ineficiente, las disparidades laborales, las limitaciones burocráticas y judiciales, el sufrimiento de los migrantes del interior del país y de los niños sin padre y madre en el hogar. Los universitarios van adquiriendo un sentido crítico que conduce a una mayor sensibilidad social y a un patriotismo sano que los estimula a montar empresas que generen riqueza [4] o a apostar por un desarrollo profesional que contribuya a los sectores público y privado.

Compromiso con el país: talento para transformar el Perú

Resolver los grandes problemas de nuestro país requiere de la acción coordinada de tres sectores: el estado, los mercados y la sociedad civil [5]. En un país en el que una fracción significativa del talento joven ha emigrado temprano al extranjero buscando nuevos horizontes desde una perspectiva puramente privada, los prospectos para la sociedad que queda atrás no son muy alentadores. Dentro de unos años, ante la ausencia de líderes, surgirán caudillos que azuzarán al pueblo, recalcando las inequidades y echándole la culpa al “modelo económico” que no funcionó. (¿Suena conocido?). Y el círculo vicioso se repetirá indefinidamente.

La emergencia actual de la fuga de talento universitario del Perú amerita que, de manera urgente, el estado y el sector privado tomen conciencia de la gravedad del problema y diseñen medidas de acción inmediata. Algunas ideas incluyen visitar a los cien colegios más proclives a esta fuga para explicar el problema al profesorado y a sus estudiantes, así como dedicar recursos a promocionar las oportunidades laborales que pueden desarrollarse en nuestro país. Respecto a los peruanos que ya se encuentran estudiando el pregrado fuera, se puede buscar potenciar redes de contacto laboral que incentiven su pronto retorno. Hacen falta también políticas estatales de largo plazo que mejoren el nivel de los bienes públicos como la seguridad ciudadana. La fuga de talento universitario no beneficia al despegue local en el largo plazo y requiere confrontarse estratégicamente.

Necesitamos talento. La implementación de grandes proyectos que cambien la faz del Perú requiere de décadas de arduo trabajo local en los niveles estratégico, directivo y operativo. Ideas macroeconómicas aplicables al Perú sobre el desarrollo del sector de venta al detalle [6] o sobre el comercio internacional, la infraestructura vial y la agricultura [7] son algunos ejemplos, entre muchos. Las propuestas de impacto que beneficien al país requieren de visionarios que no solamente capten sus implicancias, sino que las lleven a la práctica con ingenio y dedicación.

Pensando en positivo, algunos peruanos con gran capacidad intelectual y humana decidirán libremente desarrollar su vida profesional en el Perú, pero no porque su rédito económico aquí sea más alto que en otros lados, sino porque ven su contribución personal como un compromiso ineludible. Los factores patrióticos, psicológicos y familiares que los arraigan al Perú pueden entenderse como una “identidad” fuerte que prima sobre otras opciones y que puede haberse cultivado temprano en el hogar o en el colegio, moldeando preferencias que es difícil adquirir más tarde. Están también las variadas evaluaciones de riesgo que cada persona realiza: hay riesgo en emigrar, pero también riesgo en permanecer en el Perú y perder oportunidades de mejoría personal. El rédito económico parece ser solamente uno de varios componentes de esa decisión vital de nuestros jóvenes.

Aquellos profesionales talentosos con formación internacional que eligen vivir en el Perú influyen en distinta medida en la sociedad civil y en los mercados, y no son pocos. Según datos oficiales de grados y títulos registrados en el Perú, a diciembre del 2021 había más de diez mil peruanos con posgrados obtenidos en 67 países. Su influencia profesional se irá notando en todos los ambientes. La compañía que fabrica cemento se interesará por la autoconstrucción informal para evitar catástrofes en el próximo terremoto, reduciendo el riesgo de daños severos a sus usuarios. La empresa que vende vehículos de bajo precio se preocupará por impactos socioambientales y enriquecerá su oferta de productos y servicios, incluyendo una mayor concientización de sus clientes. La universidad privada de gran escala evaluará con exigencia a sus ingresantes y egresados para que el diploma refleje verdadero conocimiento. Los bancos abrirán sus puertas a los segmentos masivos menos privilegiados, enseñándoles a ahorrar y a endeudarse con responsabilidad. En este proceso de desarrollo, el funcionamiento transparente de los mercados propiciará que cada quien contribuya lo mejor de sí [8] y busque mejorar su productividad y la productividad de otros, incluso si la premisa para vivir y permanecer en el Perú no obedece una lógica económica exclusivamente personal o privada.

Y así, el despegue de nuestro país llegará inexorablemente gracias al círculo virtuoso de externalidades positivas de profesionales con fuerte identidad peruana que actúen localmente motivados por razones que trascienden lo económico. ¿Quiénes son? ¿Estamos siguiendo de cerca lo que ellos hacen, para darles una mano?

Referencias

[1] Bound, John; Breno Braga; Gaurav Khanna; Sarah Turner. 2021. The globalization of postsecondary education: The role of international students in the US higher education system. Journal of Economic Perspectives 35, 163—184.

[2] Kremer, Michael. 1993. The O-Ring theory of economic development. Quarterly Journal of Economics 108, 551—575.

[3] Romer, Paul. 1986. Increasing returns and long-run growth. Journal of Political Economy 94, 1002—1037.

[4] Gilder, George. 1981. Wealth and poverty. Basic Books. New York.

[5] Aghion, Philippe; Céline Antonine; Simon Bunel. 2021. The power of creative destruction. Economic upheaval and the wealth of nations. The Belknap Press of Harvard University Press.

[6] Lagakos, David. 2016. Explaining cross-country productivity differences in retail trade. Journal of Political Economy 124, 579—620.

[7] Sotelo, Sebastian. 2020. Domestic trade frictions and agriculture. Journal of Political Economy 128, 2690—2738. 

[8] Makowski, Louis; Joseph Ostroy. 2001. Perfect competition and the creativity of the market. Journal of Economic Literature 39, 479—535.

Foto: Olin Levi Warner; Herbert Adams. 1945. Truth. Research. The Metropolitan Museum of Art. Gabriel Natividad.