El BCRP acaba de publicar en físico dos volúmenes sobre la historia monetaria del Perú, editados por Marco Vega y Luis Felipe Zegarra.[1] Los volúmenes incluyen 15 capítulos narrando la evolución de la política monetaria desde la fundación del banco central durante el gobierno del presidente Leguía a la fecha actual. De esperar, estos volúmenes han de ser piezas fundamentales para los interesados sobre la evolución y modernización de banca central en Perú a lo largo de los años. Los autores de los diversos capítulos son académicos y economistas expertos en materia macroeconómica, especialmente aquellos contribuyendo en el volumen I (cubriendo el periodo, 1922-1990), y miembros del staff del BCRP escribiendo en el volumen II (periodo 1990-2022).
Los volúmenes I y II son, en cierto modo, muy diferentes. Volumen I narra las vicisitudes y contradicciones de la implementación de una política de tipo de cambio fijo en un contexto de dominancia fiscal y apertura económica que hizo imposible la viabilidad de dicho sistema cambiario en el largo plazo. El volumen II, de su lado, cubre mayormente tópicos de la operacionalización de política monetaria bajo un sistema de tipo de cambio flotante y restringida dominancia fiscal a partir de 1990. Un indicador de las diferentes “realidades económicas” descritas en los dos volúmenes es el número de veces que las palabras “tipo de cambio (fijo),” “sistema cambiario”, “tipos de cambio múltiple,” y “tipo de cambio real” aparecen en cada volumen. Estas cuatro palabras se repiten un total de 272 veces en el volumen I (según nuestra contabilidad) y tan solo unas 142 veces en el volumen II, sin mención alguna en el texto de la palabra “sistema cambiario.” El sistema cambiario (flotante) es como una realidad “dada”, que existe “de hecho,” para los autores del volumen II, mientras que en el volumen I la flexibilidad cambiaria es una realidad intermitente, solo presente en periodos específicos, como en los años 1930, luego de la Gran Depresión, y los años de 1950/55 de acertada flotación cambiaria en un contexto de precariedad de la posición externa del banco central en ese entonces.
La evolución de los objetivos de política monetaria es informativa. De un énfasis en la “convertibilidad” de la moneda nacional en metálico durante el periodo del patrón oro a comienzos del siglo XX, hay un tránsito hacia un énfasis sobre sobre la economía real, con las contradicciones subyacentes de un banco central operando bajo un sistema de tipo de cambio fijo, donde todo exceso de oferta monetaria sobre demanda monetaria se traducía en una pérdida de reservas internacionales, inflación, y apreciación del tipo de cambio real. Eventualmente, la preocupación por lograr una baja y persistente tasa de inflación se magnificaría con el Fuji-shock implementado en respuesta a la hiperinflación de 1989. De notar, sin embargo, los capítulos en volumen I cubriendo el periodo 1963-1985, sugieren que las semillas de la hiperinflación ya estaban presentes desde antes. Esto debido a persistentes déficits fiscales financiados por emisión inorgánica, y la multiplicidad de tipos de cambio y sistemas cambiarios implementados en el periodo—especialmente, el sistema de minidevaluaciones con sus múltiples revisiones—que generaron una inflación inercial, creciente, y eventualmente explosiva. Solo mirar los títulos de los capítulos 6 al 8, nos da luces sobre la esencia del problema: Capítulo 6: “Reformas Económicas y Génesis de la Inflación 1963-1980,” Capítulo 7: “De la Inflación Moderada a la Inflación Inercial” y Capítulo 8: “Heterodoxia e Hiperinflación.”
¿Y qué información relevante extra se podría agregar a la narrativa histórica incluida en esta obra magna? Muy posiblemente, seria bueno notar más enfáticamente las restricciones de manejo operacional enfrentadas por las autoridades nacionales (BCRP y Ministerio de Economía, MEF) en la década de 1980. Década de la crisis deuda externa Latinoamericana, con tasas de interés a nivel mundial relativamente altas, deterioro significativo de términos de intercambio para países periféricos, y altos niveles de endeudamiento externo del sector público. En este contexto, los programas de apoyo de balanza de pagos suscritos con el FMI durante 1975-1985 fueron fuente primordial y necesaria para catalizar/fermentar financiamiento externo de otras fuentes, que era necesario para el funcionamiento de la economía nacional. Acatamiento de la condicionalidad incluida en los arreglos financieros con el FMI fue un sine-qua-non para lograr nuevos créditos y refinanciar anualmente la deuda pública externa bilateral en el Club de Paris–pues no existían aun los llamados “multi-year rescheduling arrangements.” Dicha condicionalidad incluyó, entre otros, compromisos de mantener el sistema de minidevaluaciones, además de lograr una tasa de interés real (léase, ajustada por inflación) positiva, de manera continua, que eventualmente perpetuó/endogenizó la inflación y la caída en la inversión y producción nacional.
Otro tema a notar es el formato legal de la independencia de jure y de facto alcanzada por el BCRP desde finales de 1990; con cero financiamiento inorgánico del déficit fiscal y tipo de cambio flexible. Dicha independencia le ha servido bien a la autoridad monetaria para aislar la política monetaria del ciclo (y evento) político. La anécdota histórica importante es que la actual ley del BCRP fue emitida bajo firma del presidente Fujimori y su consejo de ministros. No es una ley emitida por el Congreso nacional (como fue el caso de leyes anteriores) y, como tal, al menos en teoría, podría ser modificada—para bien o para mal—por otro gobierno de turno. Esperemos que eso no ocurra.
El BCRP es sin duda un centro de excelencia profesional. Leer los capítulos el volumen II muestra la alta calidad técnica inmersa en el diseño de política monetaria, muy en línea con las mejores prácticas internacionales. En opinión de este autor, dicho conocimiento y capital humano le ha servido bien al BCRP (y al MEF) en la negociación y ejecución de programas de estabilización suscritos con el FMI en las tres últimas décadas (ver Cuadro 1, adjunto). En efecto, a partir de 1993 a la fecha actual, los arreglos financieros con el Fondo han sido de tipo “precaucionario,” más que de utilización efectiva (débito) de las líneas de crédito acordadas con el FMI. El compromiso firmado no se originó en la necesidad de financiamiento de balanza de pagos: ¡las reservas internacionales han estado, por años, a niveles nunca antes vistos! Más bien, el compromiso sobre metas cuantitativas monetarias y fiscales ayudó a construir el consenso interno para las reformas y resistir las presiones para dar marcha atrás en reformas necesarias, especialmente en casos de un gobierno sin mayoría en el Congreso. El Perú ha sido pues un país que ha tomado responsabilidad por las políticas económicas implementadas. La condicionalidad inmersa en los acuerdos financieros con el FMI no ha sido impuesta desde fuera, sino más bien ha sido producto del plan reforma económica propia del gobierno, en un contexto de dialogo técnico intenso con los representantes del FMI. Mucho de ello se lo debemos a la excelencia profesional (y de negociación) atesorada en el BCRP.
Estos dos volúmenes de la historia del BCRP son lectura obligada de todo estudiante de economía nacional, mereciendo, tal vez, ser incluidos como tópico de enseñanza y discusión en los famosos cursos de verano del BCRP.
[1] La versión digital de estos dos volúmenes se encuentra disponible en la página web del BCRP desde hace meses.