Por Esteban Ortiz-Ospina [*]
A través de la historia las emisiones de carbono han estado estrechamente relacionadas con el crecimiento económico. Con el paso de los siglos hemos visto cómo el crecimiento de la economía global ha ido de la mano con el crecimiento de las emisiones de carbono, y hoy por hoy vemos cómo los países más ricos tienden a emitir más CO2 que los países más pobres.
Esta correlación entre crecimiento económico y emisiones ha contribuido a que muchas personas crean que rige un principio de equivalencia, según el cual el crecimiento económico requiere del crecimiento de las emisiones. Sin embargo, este principio de equivalencia es falso, y esto se puede ver en los datos. Hay varios países que han logrado desacoplar el PIB y las emisiones, consiguiendo a la vez crecimiento y descarbonización de sus economías.
Sobre este fenómeno de desacople voy a profundizar, pero antes de ir a los detalles quiero resaltar por qué creo que es relevante escribir sobre el tema.
La idea de que existe una incompatibilidad fundamental entre política económica y política climática persiste en los debates porque hay dos campos antagónicos que se nutren de fomentar la misma confusión. En un lado del debate, la supuesta incompatibilidad es usada para argumentar que “no nos podemos dar el lujo de pensar en reducir las emisiones de carbono mientras haya tanta pobreza en nuestro país”, mientras que en el otro lado la misma incompatibilidad se usa para sugerir que “no podemos darnos el lujo de pensar en crecimiento económico hasta que no solucionemos el cambio climático.”
Esta sobresimplificación de la problemática, de espaldas a los datos, lleva a un debate esteril. Hay muchas preguntas interesantes e importantes en este tema, pero para llegar al corazón del asunto hay que ir a los detalles.
Crecimiento económico
Muchos piensan, de entrada, que todo este análisis sobre desarrollo y emisiones es inútil porque, al final, el crecimiento económico carece de relevancia a la hora de medir el bienestar de las sociedades.
Entonces vale la pena empezar por ahí: ¿Qué es exactamente el ‘crecimiento económico’?
El crecimiento económico es el aumento en la cantidad y calidad de los bienes y servicios económicos que produce una sociedad (en un periodo de tiempo). El PIB es un instrumento para medir esto [1].
El PIB mide la producción de bienes de consumo cotidiano, desde ladrillos hasta celulares. Pero contrario a lo que muchos creen, el PIB mide también muchísimas otras cosas, incluyendo aspectos tan diversos como la creación de conocimiento, la construcción de infraestructura, el desarrollo de nuevas herramientas y tecnologías para curar enfermedades. Captura incluso la producción de servicios públicos como electricidad y agua potable.
El PIB es un instrumento con limitaciones y no se puede interpretar por fuera de las realidades de desigualdad. Pero es muy útil, y dentro de su alcance, debe hacer parte del abanico de estadísticas que informan las políticas económicas, sociales y medioambientales [2].
El crecimiento económico es entonces importante, y debe lograrse en un momento en que tenemos que reducir urgentemente nuestro impacto en el medio ambiente. Esto significa que no es sólo la tasa de crecimiento lo que importa. Como dice Mariana Mazzucato “el crecimiento económico no solo tiene un ritmo sino también una dirección”. Hay caminos para el crecimiento que son compatibles con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Desacople
El siguiente gráfico muestra el cambio en el PIB y las emisiones anuales de CO2, per cápita, para seis países en el periodo 1990-2018. Esta es una serie indexada, así que lo que vemos son los cambios con respecto al nivel que cada país tenía en 1990, para ambas variables [3].
Visto de esta forma el desacople es evidente: en estos seis países el PIB aumentó notablemente mientras que las emisiones disminuyeron en el mismo periodo [4].
Lo que vemos no es el resultado de incrementos en los precios. Estos datos corresponden al crecimiento del ‘PIB real’, lo cual significa que las cifras son deflactadas.
Tampoco se trata de tercerización de emisiones de países ricos a países pobres (‘outsourcing’). Como menciona el subtítulo del gráfico, las series corresponden a emisiones de CO2 usando datos de consumo (‘trade-adjusted emissions’). Esto significa que, por ejemplo, se asigna a Suecia las emisiones de carbono causadas por la producción de bienes que se consumieron en Suecia pero que se produjeron en China.
Contabilizar las emisiones desagregando consumo y producción es clave, entre otras cosas porque con frecuencia se argumenta que los países ricos han logrado la reducción de las emisiones simplemente porque el comercio internacional les permite externalizar la contaminación, transfiriendo las emisiones a economías manufactureras como China e India.
El siguiente gráfico muestra los datos de emisiones de carbono según producción y consumo para Suecia (en Our World in Data está la versión interactiva con los datos para todos los países).
Como podemos ver, sí hay una parte de las emisiones que los países ricos han exportado al extranjero; pero no es cierto que el outsourcing sea el motor detrás del desacople.
En 1991, Suecia fue uno de los primeros países del mundo en implementar un impuesto al carbono. Con el tiempo, el impuesto al carbono se incrementó gradualmente, afectando principalmente al sector del transporte (alrededor del 90 por ciento de los ingresos del impuesto al carbono provienen del consumo de gasolina y diésel).
En un artículo académico reciente, el economista Julius Andersson investigó si el impuesto al carbono funcionó según lo previsto en Suecia. Al estudiar el impacto de los impuestos sobre las emisiones del sector, Andersson encontró que las emisiones de CO2 del transporte disminuyeron casi un 11 por ciento en un año promedio, con un 6 por ciento atribuible específicamente al impuesto al carbono [5].
Otros factores macro relacionados con el estímulo para el crecimiento más acelerado del progreso tecnológico (en particular el aumento de la eficiencia en energías renovables), así como regulaciones específicas (por ejemplo en materia de contaminación del aire), han contribuido también al desacople que vemos en los gráficos [6].
No es un tema exclusivo de países ricos
Suecia es un país de renta alta, y los países de renta alta contribuyen y han contribuido históricamente de manera desproporcionada a las emisiones globales. Además, es innegable que muchos de los instrumentos que facilitan el desacople, como por ejemplo los impuestos al carbono, son difíciles de implementar y requieren de mecanismos redistributivos robustos.
Así que los países ricos tienen recursos y responsabilidades particulares. Y les queda mucho por hacer. Cierto, pero sería un error asumir que por esto el tema no tiene relevancia en el desarrollo de otras economías, en particular las de nuestra región en América Latina.
¿Cómo se pueden acelerar los cambios en la matriz energética de cara a las energías renovables en América Latina?
¿Cuáles son las estrategias de política pública en materia de transición energética y cómo se establecen responsabilidades concretas?
¿Cuáles son las apuestas de inversión nacional para modernizar infraestructura y transporte público, de manera que no dependamos de subsidios a combustibles fósiles?
Estas no son preguntas para el futuro. Estas son preguntas que ya hacen parte de nuestra realidad hoy. En Latinoamérica muchos países ya están aumentando la producción de energía eólica y solar rápidamente; y en varios países la eficiencia energética, medida como la cantidad de energía requerida para producir un dólar del PIB, ha mejorado en las últimas décadas [6].
Los retos que tenemos por delante son enormes, pero se puede y se debe pensar en este tema en todos los países. El tiempo apremia.
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[1] Esta es una definición sencilla (y correcta), pero hay obviamente muchas otras definiciones más completas y detalladas. Para un resumen no-técnico sobre el tema ver Max Roser (2021) – «What is economic growth? And why is it so important?». Published online at Our World In Data. https://ourworldindata.org/what-is-economic-growth
[2] Las limitaciones y oportunidades para mejorar el PIB son ampliamente conocidas y discutidas entre economistas. Un análisis que ha generado varias líneas de trabajo en la última década, se resume en Stiglitz, J. E., Sen, A., & Fitoussi, J. P. (2009). Report by the commission on the measurement of economic performance and social progress. https://ec.europa.eu/eurostat/documents/8131721/8131772/Stiglitz-Sen-Fitoussi-Commission-report.pdf
[3] En Our World in Data se encuentran más datos y gráficos relacionados, incluyendo tendencias en términos absolutos (es decir, no solo per cápita, sino también totales para cada país, cubriendo un periodo más extenso). Ver Hannah Ritchie, Max Roser and Pablo Rosado (2020) – «CO₂ and Greenhouse Gas Emissions». Published online at Our World In Data. ourworldindata.org/co2-and-other-greenhouse-gas-emissions
[4] El ‘desacople absoluto’, como se le conoce a este patrón, es algo reciente. Desde un punto de vista histórico, las tecnologías de producción de bienes y servicios se basaron por siglos en la explotación de fuentes de energía basadas en la combustión de maderas y fósiles (principalmente el carbón, el petróleo y sus derivados). La revolución industrial, que impulsó el crecimiento económico de Europa y Estados Unidos a partir del siglo XVIII, se basó en la depredación de bosques y la explotación de ingentes yacimientos de carbón, y posteriormente, de petróleo, situación que se mantuvo hasta los finales del siglo XX con los consecuentes aumentos en la emisión de gases con efecto invernadero, principalmente, CO2. Es en este punto en la historia que el análisis de desacople entra en vigencia, con las oportunidades tecnológicas que ofrecen las nuevas fuentes de energía eficiente.
[5] Andersson, J. J. (2019). Carbon taxes and CO2 emissions: Sweden as a case study. American Economic Journal: Economic Policy, 11(4), 1-30. https://pubs.aeaweb.org/doi/pdfplus/10.1257/pol.20170144
[6] Hannah Ritchie (2021) – «Many countries have decoupled economic growth from CO₂ emissions, even if we take offshored production into account». Published online at Our World In Data. ourworldindata.org/co2-gdp-decoupling
[7] Hannah Ritchie, Max Roser and Pablo Rosado (2020) – «Energy». Published online at Our World In Data. Retrieved from: https://ourworldindata.org/energy
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[*] Director de Estrategía y Operaciones / Investigador Senior
Our World in Data / Oxford Martin School
Twitter: @eortizospina
OWID: https://ourworldindata.org/team
Oxford: https://www.oxfordmartin.ox.ac.uk/people/dr-esteban-ortiz-ospina/