Existe cierto consenso en que hay una relación positiva entre desarrollo financiero y riqueza de un país. Los datos de desarrollo financiero del FMI están correlacionados positivamente con PIB per cápita. Buera et al (2011, AER) analizan cómo el desarrollo financiero permite que mejore la asignación de recursos entre sectores en una economía, y por lo tanto que aumente la productividad agregada y la riqueza. También se ha encontrado una relación positiva entre comercio internacional y riqueza: Frankel y Romer (1999, AER) encuentran una relación positiva alta y robusta entre comercio y crecimiento económico. Un mecanismo por el que se puede lograr esta relación es el documentado por Alcalá y Ciccone (2004, QJE), quienes argumentan que una mayor apertura a comercio internacional permite aumentar la productividad total de los factores. En un artículo reciente (Perez-Reyna y Rebessi, 2022) relacionamos desarrollo financiero y comercio internacional por medio de un modelo con empresas heterogéneas. Nuestro resultado principal es que la mala asignación de recursos causada por el bajo desarrollo financiero disminuye el comercio. En particular, esto causa que durante devaluaciones la economía no pueda aprovechar las ventajas de exportar, que podría compensar los costos de una tasa de cambio más alta. Por otro lado, nuestro modelo ayuda a entender por qué en el caso de América Latina el desarrollo financiero juega un rol importante para permitir aprovechar las ventajas del comercio: a mayor costo de comerciar, mayor el impacto negativo de no tener desarrollo financiero.
En nuestro artículo el desarrollo financiero de una economía tiene un efecto directo sobre el costo en tasa de interés de pedir préstamos: a menor desarrollo financiero, mayor es la tasa que se debe pagar por tener acceso a los mismos recursos. Una empresa en esta economía puede pedir recursos prestados localmente, teniendo en cuenta el costo asociado al desarrollo financiero, o endeudarse en los mercados internacionales pagando un costo de acceso. Como las empresas no conocen la tasa de cambio que van a enfrentar cuando se endeudan, hacerlo en los mercados internacionales implica asumir riesgo cambiario. Por esta misma razón, las empresas esperan a conocer la tasa de cambio para decidir si exportan, ya que deben pagar un costo fijo para hacerlo.
En una economía con desarrollo financiero perfecto, ninguna empresa decide endeudarse en los mercados internacionales, y las empresas más productivas deciden exportar. Esto permite que en momentos de devaluación haya más producción agregada, teniendo en cuenta que hay más ingresos de las empresas que exportan. Cuando hay menos desarrollo financiero, las empresas más productivas consideran endeudarse en los mercados financieros. Teniendo en cuenta que deben pagar un costo fijo para hacerlo, solamente las empresas que se endeudan lo suficiente para que el costo promedio de este acceso a mercados internacionales sea pequeño prefieren esta opción, mientras que otras empresas siguen endeudándose en moneda local. No obstante, el menor desarrollo financiero implica que el costo en tasa de interés es mayor, y por eso estas otras empresas piden prestado menos que cuando hay desarrollo financiero perfecto. Como las empresas destinan más recursos en acceder a crédito, ya sea a través del costo fijo para endeudarse en mercados internacionales, o por medio de una mayor tasa de interés para endeudarse en moneda local, menos empresas están dispuestas a pagar el costo fijo para poder exportar. En resumen, cuando hay poco desarrollo financiero más empresas se endeudan en moneda extranjera y menos exportan. Así racionalizamos lo encontrado por Kearns y Patel (2016, BIS Quarterly Review), quienes encuentran que en países menos desarrollados una devaluación tiene un impacto negativo sobre el crecimiento.
Ahora, si el costo fijo de exportar fuera mayor, las desventajas de tener bajo desarrollo financiero aumentarían, y esto se traduciría en aún menor comercio internacional. Ésta parece ser la situación de América Latina. Según datos compilados en Our World in Data, Suramérica es una de las regiones del mundo donde las exportaciones representan menos como porcentaje del PIB. Adicionalmente, Suramérica es la región del mundo con el segundo menor porcentaje del PIB que se exporta a la misma región. Teniendo en cuenta que menor distancia está relacionada con mayor comercio (Chaney 2018, JPE), los costos de exportar entre países suramericanos deben ser altos. A pesar de múltiples asociaciones entre países, no se ha logrado que haya más comercio en integración en América Latina. En cierta medida, África puede estar repitiendo los pasos.
La integración comercial tiene muchas ventajas, y, si se hace con países cercanos, estas ventajas pueden potenciarse, como lo han experimentado los países de la Unión Europea y Canadá, Estados Unidos y México. Suramérica ha tratado de potenciar estas ventajas por medio de acuerdos políticos, pero sigue rezagada con respecto a otras regiones. Nuestro trabajo sugiere que enfocarse en desarrollo financiero, con iniciativas como el MILA, puede complementar esta labor.
Referencias
Alcalá, Francisco y Ciccone, Antonio (2004). “Trade and Productivity”, The Quarterly Journal of Economics, Vol 119 (2), pp 613-646
Buera, Francisco J., Kaboski, Joseph P. y Shin, Yongseok (2011). “Finance and Development: A Tale of Two Sectors”, American Economic Review, Vol 101 (5), pp 1964-2002
Chaney, Thomas (2018). “The Gravity Equation in International Trade: An Explanation”, Journal of Political Economy, Vol 126 (1), pp 150-177
Frankel, Jeffrey A. y Romer, David H. (1999). “Does Trade Cause Growth?” American Economic Review, Vol 89 (3), pp 379-399
Kearns, Jonathan y Patel, Nickil (2016) “Does the financial channel of exchange rates offset the trade channel?” BIS Quarterly Review, diciembre, pp 95-113
Perez-Reyna, David y Rebessi, Filippo (2022). “Financial development, trade and misallocation”