Por Carolina Arteaga, Assistant Professor of Economics at the University of Toronto
Desde la alimentación y los cuidados durante el embarazo, hasta la paciencia y la dedicación durante la infancia, padres y madres son el factor más importante para el desarrollo de los niños. Estudios demuestran que desde muy temprana edad, diferencias en el nivel de atención y estimulación se traducen en diferencias en el desarrollo cognitivo y emocional de los niños, que son difíciles de nivelar en años posteriores (Currie; 2011, Cunha y Heckman; 2007). ¿Cuál es el efecto entonces de dejar de tener a esa figura en la vida de un niño? Esta situación puede surgir por varios motivos: abandono, divorcio, encarcelamiento, por accidente, por problemas de salud o por trabajo, entre otros. En Colombia, de acuerdo con datos de la Encuesta de Demografía y Salud, el 51% de los niños vive sin alguno de sus padres. No existe, sin embargo, la información necesaria para desagregar esta cifra entre las diferentes causas. La incidencia de esta situación no está distribuida aleatoriamente en la población y, por el contrario, niños en hogares con menores niveles de ingreso y educación tienen probabilidades más altas de vivir sin alguno de sus padres. Es así como entender cuáles son los retos adicionales que enfrentan estos niños, es vital para disminuir la desigualdad social y garantizar mejores condiciones económicas para todos en el futuro.
¿Que sabemos sobre los efectos de vivir sin padres? En China por ejemplo, actualmente un gran número de niños en zonas rurales viven con sus abuelos, mientras sus padres migran a las ciudades en busca de mejores condiciones económicas. Una extensa literatura sobre este tema (Gao et al., 2010, Meyerhoefer y Chen; 2011; Meng y Yamauchi; 2017) encuentra que ser criado por los abuelos a raíz de la migración de los padres, disminuye la salud y el logro académico de los niños, a pesar del aumento de los ingresos en el hogar. Este resultado se explica por menores niveles de supervisión y cuidado, menos tiempo estudiando, más tiempo en tareas del hogar y prácticas de crianza más estrictas, entre otras.
Sin embargo, no necesariamente es negativa la separación de un padre. La literatura sobre el impacto del divorcio en los niños resalta que, aunque para muchos niños el divorcio de los padres es un evento traumático con consecuencias negativas en el futuro, para otros niños es algo positivo, especialmente si en el hogar se vivía con altos niveles de conflicto (Amato et al., 1995).
En mi trabajo sobre los efectos del encarcelamiento de un padre o madre (Arteaga; 2021), encuentro que, en promedio, en términos del logro escolar, los niños tienen mejor desempeño cuando ese padre o madre va a la cárcel que cuando no. Esto puede resultar sorprendente, pero es importante recordar que los padres son una influencia positiva en sus hijos cuando les proveen un ambiente familiar estable y sano. Sin embargo, esa no es la realidad de todos los hogares. La incidencia de violencia intrafamiliar, violencia sexual, abuso de drogas y alcohol, o la exposición continua a actividades criminales son una realidad para muchos niños en el país. Si este es el caso, una separación temporal o permanente puede generar efectos positivos para el resto de la familia si se cortan relaciones toxicas en el entorno familiar y se toma este cambio como una oportunidad para re optimizar la situación del hogar. En mi trabajo encuentro que estos efectos positivos se dan aun cuando los ingresos en el hogar se deterioran.
¿Que puede hacer el gobierno para proteger a estos niños? Para empezar, se necesita generar canales de comunicación que permitan el reporte de situaciones de riesgo en el hogar a las agencias del gobierno. En Estados Unidos Fitzpatrick et al., 2020 encuentran que los profesores de colegio son los actores más importantes a la hora de identificar abandono y maltrato infantil entre otras situaciones de riesgo. Esto requiere un entrenamiento para maestros en la detección de maltrato emocional y físico, y en su rol central en esta problemática, así como de un sistema que pueda recibir y procesar estas denuncias.
En segundo lugar, también es importante crear mecanismos de supervisión en contextos en los que ya hay indicios de situaciones de riesgo como por ejemplo la exposición a un ambiente criminal como lo que estudie en mi investigación, o indicios de abuso de drogas o alcohol. Visitas por parte de trabajadores sociales pueden evidenciar problemas en el hogar y ayudar a este a construir un ambiente más sano y estable, que en muchos casos puede ser simplemente acceder a los programas sociales que el gobierno ofrece, pero sobre los que no se tiene conocimiento.
Por último, para los casos más críticos es importante garantizar una alternativa segura para los niños que deban ser separados de sus familias. En Estados Unidos, evaluaciones de las consecuencias de ir a hogares de paso en los 90’s, indicaban que estos eran peor que la situación inicial de los niños (Doyle; 2007, Doyle; 2008). Sin embargo, estudios más recientes, muestran lo contrario. Específicamente, Gross y Baron (2021), encuentran que los hogares de paso disminuyen los reportes de maltrato infantil y mejoran los resultados educativos de los niños. ¿Que determina las diferencias en el efecto? Gross y Barón resaltan la importancia de que el paso por Foster care se plantee como algo temporal y que desde el inicio se establezca un plan para una reunificación segura con la familia. Así mismo, resaltan que contextos en donde los niños son trasladados constantemente dentro del sistema son muy perjudiciales y que contar con otros miembros de la familia que cumplan el rol de hogar de paso tiende a ser muy positivo.
Garantizar estas condiciones requiere de un sistema bien financiado que tenga la capacidad humana de hacer un seguimiento detallado de cada caso y que pueda coordinar procesos entre agencias del estado. Empezar por una evolución del sistema actual sería un buen punto de partida. Con esto quisiera terminar, con una invitación a las agencias del Sistema Nacional de Bienestar Familiar a trabajar con la comunidad académica para saber cómo estamos y cómo podemos mejorar.
Amato, P. R., Loomis, L. S., & Booth, A. (1995). Parental divorce, marital conflict, and offspring well-being during early adulthood. Social Forces, 73(3), 895-915.
Arteaga, Carolina. Parental Incarceration and Children’s Educational Attainment. No. tecipa-703. 2021.
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Cunha, Flavio, and James J. Heckman. 2007. “The Technology of Skill Formation.” The American Economic Review no. 97(2):31–47.
Doyle Jr, J. J. (2007). Child protection and child outcomes: Measuring the effects of foster care. American Economic Review, 97(5), 1583-1610.
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Gao, Y., Li, L. P., Kim, J. H., Congdon, N., Lau, J., & Griffiths, S. (2010). The impact of parental migration on health status and health behaviours among left behind adolescent school children in China. BMC public health, 10(1), 1-10.
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Gross, M., & Baron, E. J. (2020). Temporary stays and persistent gains: The causal effects of foster care. Available at SSRN 3576640.
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