Avances educativos en un sistema colonial: Puerto Rico en la primera mitad del siglo 20

Los países latinoamericanos aceleraron su progreso en términos educativos durante principios del siglo 20. Como para muchos otros indicadores de desarrollo, la región se caracterizó por tener una variación geográfica significativa en el ritmo al que mejoraban medidas como la tasa de alfabetismo. Argentina y Uruguay, por ejemplo, lideraron el camino. En 1900, mas o menos la mitad de su población mayor de 10 años sabía leer y escribir. Otros países grandes como México y Brasil tenían tasa de alfabetismo alrededor del 20% y fueron lentos en mejorar ese indicador durante la primera mitad del siglo. La mayoría de los países se encontraban en un lugar intermedio [1]. Ese era el caso de Puerto Rico. En 1900, 33.7% de su población mayor de 10 años sabia leer y escribir. Esa cifra se duplico tan solo en las siguientes dos décadas. En el censo de 1930, la tasa de alfabetismo había aumentado a 57.6%. En este tiempo no solamente mejoró la educación promedio en la isla, sino que también se cerró la brecha racial en educación. De 1910 a 1930 la tasa de alfabetismo para los puertorriqueños afrodescendientes paso de ser 78% la de los blancos a 91.4%.

A pesar de que Puerto Rico inició el siglo siendo un típico país latinoamericano en términos educativos, no era el típico país en términos políticos. La isla se había convertido en una colonia de Estados Unidos en 1898 después de la guerra entre ese país y España. La primera mitad del siglo se caracterizó por un estricto control por parte del gobierno de Estados Unidos hasta 1947 cuando la isla ganó un poco de autonomía al poder elegir su gobierno democráticamente. Durante este periodo, Puerto Rico experimentó rápido crecimiento económico, superando a todos los países de la región [2]. Gran parte del rendimiento se debía al desarrollo de su economía externa, particularmente el impulso del azúcar como principal producto de exportación, reemplazando al café que había sido clave durante el periodo de control español [3]. Los avances en educación, ingreso y comercio, como en la mayoría de países latinoamericanos, esconden amplia variación geográfica que es importante para entender los patrones de desarrollo económico [4].

En una investigación con Matt Curtis–que aparecerá en un libro sobre historia económica de Latinoamérica editado por Felipe Valencia-Caicedo—exploramos precisamente esos cambios en términos educativos en Puerto Rico a nivel local, para entender mejor cuáles fueron las claves de su transformación educativa durante la primera mitad del siglo. Nuestra principal contribución es empírica. Debido al control político por parte de Estados Unidos, Puerto Rico cuenta con muchísima información histórica que es poco común para países en su etapa de desarrollo. En particular, el gobernador de la isla mandaba un reporte anual al congreso de Estados Unidos y al Departamento de Estado donde hacía un recuento del progreso en diferentes ámbitos, desde ingresos fiscales hasta orden y crimen. Durante los primeros años del siglo, esos reportes eran más que todo resúmenes de los planes y políticas que estaban en marcha, pero hacia 1905, con el crecimiento de la capacidad estatal en la isla, los reportes empezaron a publicar estadísticas más detalladas y desagregadas a nivel de municipio. Gracias a ese insumo, logramos construir un panel a nivel de municipio entre 1907 y 1943 que nos permite estudiar en detalle algunos indicadores educativos y documentar las principales tendencias a través del tiempo y las diferencias regionales por nivel de educación y por vocación agrícola.

En el reporte al Departamento de Estado en 1903, el Comisionado para la Educación en Puerto Rico, M. G Brumbaugh, afirmaba: “la gente quiere mas escuelas. Los alumnos irán a las escuelas. Este año mantendremos al menos 1000 escuelas, que representan un incremento del 30% [frente a 1900].” Justo después del Foraker Act que estableció el gobierno estadounidense en la isla, Puerto Rico contaba con apenas 680 escuelas, que representaban alrededor de 2.7 escuelas por cada 1000 niños en edad escolar. En 1903 esa cifra había subido a 3.1, un aumento del 34% en apenas 3 años. En los siguientes 20 años vinieron los principales avances. En 1922, la isla logró llegar a 7.6 escuelas por cada 1000 niños en edad escolar (Figura 1a). A partir de los 20s, el número de escuelas creció proporcionalmente al crecimiento poblacional, que fue bastante dinámico durante la primera mitad del siglo. La nueva estrategia educativa que adoptó elementos del sistema español consistía en dos tipos de escuelas: urbanas (graded) y rurales, que se diferenciaban porque en las primeras se dividía a los estudiantes de acuerdo a sus edades. Durante las primeras dos décadas del siglo se priorizaron las escuelas rurales, mientras que después de 1925 se empezaron a sustituir por escuelas urbanas.

Los primeros años de control colonial por parte de Estados Unidos se caracterizaron también por un rápido incremento en el numero de estudiantes matriculados a escuela primaria. En 1907, cuando tenemos las primeras cifras con buena cobertura geográfica, alrededor del 15% de niños en edad escolar estaban matriculados para ir a la escuela. En menos de 10 años, ese numero llego al 42%. Sin embargo, ese crecimiento inicial en matrículas no fue sostenible (Figura 1b). Los reportes también medían el número promedio de niños que iban a la escuela, no solo los que estaban matriculados, que usamos para medir la tasa de asistencia. A pesar de que la tasa de matriculados creció rápidamente, la tasa de asistencia se mantuvo estable durante las primeras dos primeras décadas del siglo, alrededor del 20% (Figura 1c). En otras palabras, entre 1900 y 1920 el sistema educativo establecido por Estados Unidos se caracterizó por un incremento acelerado en capacidad, tanto de escuelas como de matrículas, que encontró una demanda mucho mas perezosa. Aunque las matrículas aumentaron, por lo menos un quinto de los estudiantes matriculados no asistía con regularidad a la escuela. Solo después de 1918, la tasa de asistencia empezó a converger a la tasa de matriculados (Figura 1d).

El crecimiento de la oferta educativa durante las primeras tres décadas del siglo vino acompañado de un crecimiento mas modesto en las tasas de alfabetismo a nivel local. En el censo de 1930, 57.6% de personas mayores de 10 años sabían leer y escribir. Sin embargo, esa cifra esconde mucha variación geográfica. Algunos municipios como San Juan tenían niveles de alfabetismo similares a Argentina, pero en un cuarto de los 76 municipios la tasa de alfabetismo no alcanzaba el 50%. Los mejores resultados en términos educativos estaban en las esquinas del suroeste y el noreste de la isla. Los mapas en la Figura 2 muestran que, aunque había algún nivel de correlación espacial, esta no era necesariamente grande. Mas aún, los municipios con mejores indicadores de alfabetismo y escolaridad en 1930 son también los que estaban mejor parados cuando inició la transformación educativa bajo el gobierno estadounidense.

Para pensar en cómo el avance en capacidad educativa durante la primera mitad del siglo ayudó a mejorar los indicadores de aprendizaje como la tasa de alfabetismo, podemos mirar si los municipios donde más creció la tasa de asistencia escolar son también los municipios que más mejoraron en su tasa de alfabetismo. La Figura 3 muestra esta correlación usando datos de los censos de 1910 y 1930 y los datos de asistencia escolar de 1910 y 1931. Tasas de crecimiento de 1 implican que el indicador medido se duplicó entre las dos décadas estudiadas. Hay dos elementos importantes para resaltar. Primero, la correlación entre las tasas de crecimiento es relativamente pequeña pero positiva y estadísticamente significativa. Segundo, dicha correlación ocurre en mayor parte debido al crecimiento en las escuelas rurales. Los municipios donde mejoró la asistencia a escuelas rurales fueron los que mas aumentaron su tasa de alfabetismo hasta 1930. Esto puede deberse tanto a que los municipios más rurales empezaron con menores tasas de alfabetismo y tenían mas espacio para mejorar, como a que las escuelas rurales per se fueron claves en el desarrollo educativo en la isla. Municipios mas urbanos como San Juan o Mayagüez tenían niveles relativamente altos de alfabetismo y crecieron muy poco su número de escuelas rurales.

En resumen, la primera mitad del siglo 20 representó para Puerto Rico un cambio drástico en el modelo de desarrollo. El control colonial por parte de Estados Unidos modernizó el sistema educativo y se enfocó en incrementar la escolaridad primaria con bastante éxito, tanto en términos administrativos de matriculas y asistencia, como en términos de resultados como la tasa de alfabetismo. La motivación detrás de esas mejoras no estaba basada en una idea distributiva de la riqueza y las oportunidades sino en el control colonial y en la transmisión de ciertos “American values” a las nuevas generaciones de puertorriqueños. Por esta misma motivación, el sistema educativo estadounidense ha sido ampliamente debatido por historiadores tanto en la isla como en “mainland USA” [5]. Dicha discusión no puede solamente basarse en ideologías o considerar únicamente las motivaciones, sino también explorar con detalle los cambios y la implementación del modelo educativo para poder evaluar los resultados. Con esta investigación queremos aportar datos y sus análisis a ese debate mas general sobre el desarrollo bajo sistemas coloniales y a la historia económica de Puerto Rico y del continente.

 

 

Referencias

[1] Engerman and Sokoloff, Bulmer-Thomas.

[2] Devereux, Marein

[3] Dietz (capitulo 2), Ayala and Bergad

[4] Maloney and Valencia Caicedo

[5] Bobonis and Toro tiene un buen resumen de la literatura.