Figura: H. Barsotti, 1958, WSJ.com
Una de las variables más informativas sobre una economía es la de ingresos personales. Desde el cuidador de carros en la calle hasta una alta ejecutiva de empresa, todos se preocupan por cuánto ganan y cómo esos ingresos les ayudarán a solventar sus gastos personales o familiares, ya sea en tiempos normales o en pandemia. Quizá una pregunta más de fondo que la preocupación sobre los ingresos personales es una cuestión que trasciende lo económico y versa sobre el valor diferencial que una persona contribuye a la sociedad: ¿cuánto sirve lo que haces?
Hay varios conceptos complejos enmascarados entre un valor y otro. Está, por un lado, el ingreso personal, que es lo más básico de medir y sobre el cual brindaré algunas cifras. Luego se encuentra el valor de mercado del servicio que brinda la persona que percibe ese ingreso, y que depende de la demanda que haya por ese tipo de servicio específico (*). Finalmente, en un plano más elevado y mucho más difícil de teorizar y medir para los economistas, se encuentra el valor social. Por ejemplo, una enfermera en tiempos de COVID-19 puede ayudar a mucha gente y su contribución social puede ser esencial en momentos de vida o muerte, aunque su ingreso personal sea relativamente modesto y el valor de mercado de su tiempo, bajo también. Una policía de tránsito puede aliviar la vida a cientos de personas diariamente gracias a su organización, buen criterio y respeto a la ley. Un párroco en tiempos de pandemia puede canalizar ayuda material y espiritual a individuos y familias necesitadas, a pesar de que su retribución económica sea apenas superior al sueldo mínimo vital.
En el caso del Perú, contar con la información detallada sobre ingresos personales – no solamente montos promedio para la economía nacional, sino más específicos para distintos rubros de ocupación – sería útil desde el punto de vista económico para entender cómo funciona el entramado de relaciones en nuestro país. ¿Los peruanos perciben los ingresos personales que deberían? ¿Cuánto satisfacen sus servicios a quienes se benefician directamente de ellos? Fijándose en un segmento específico, en los últimos años una línea activa de investigación económica centrada en Estados Unidos y Europa ha documentado cómo se comportan las personas de ingresos más altos, llevando a una serie de planteamientos de políticas en el manejo del capital y la tributación. (Incluyo algunas referencias al final).
Para cualquiera de estos cálculos, es fundamental contar con información sobre ingresos personales. Sin embargo, en el Perú es un tema tabú hablar de sueldos y patrimonio, ya sea comparando institución con institución o incluso personas dentro de la misma organización. Además, la información estadística es escasa. En este contexto, en obediencia de la ley de transparencia que obliga a funcionarios a declarar sus bienes y rentas, existe cierta información que sí se encuentra libremente disponible – sin dejar de ser trabajoso descargarla de las fuentes oficiales – y que podría ayudar a entender las carreras, ingresos y bienes patrimoniales de miles de peruanos que sirven en el sector público. Esto da a pie a algunas consideraciones metodológicas y unas reflexiones finales sobre esa dimensión más profunda que mencioné arriba: el valor social de una contribución personal.
¿Cuánto ganas?
Primero menciono algo conocido. La fuente estadística clásica para estudiar ingresos en el Perú es la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), recolectada por el INEI. La inspección de esa fuente de data lleva a una serie de conclusiones claras basadas en esa muestra general (**). Excluyendo algunas ocupaciones no comparables al sector público tales como las de obreros, trabajadores independientes o agricultores, pueden analizarse los ingresos monetarios brutos del jefe de hogar cada año notando diferencias para aquellos que trabajan en el sector público. Luego de controlar por una serie de factores personales y de contexto, resulta que trabajar en el sector público equivale a ganar unos 1,371 soles menos al año que el trabajar en el sector privado según ENAHO. Además, trabajar en el sector público se relaciona con una mayor estabilidad laboral que en el sector privado, tanto en el tipo de contrato que recibe el empleado como en el número de años efectivos que permanece en ese trabajo.
Nada de la breve reseña anterior es novedad. El estereotipo (posiblemente injusto) de ocupar un escritorio en una dependencia estatal en la que la vida transcurre apaciblemente podría rápidamente llevar a adivinar esa descripción cuantitativa. Sin embargo, ¿cuán reveladoras son esas cifras? En específico, ¿cuánto revelan sobre los tomadores de decisiones que ocupan cargos más altos en el sector público? En este sentido, es muy distinto lo que arroja un análisis de las declaraciones de bienes y rentas de los funcionarios del sector público comparado con lo que la ENAHO puede registrar, dada la limitación de su muestra.
Para distinguir lo que la nueva fuente de data que propongo permitiría analizar, consideremos solamente el 2019, el año anterior al inicio de la pandemia. Hubo 11,701 funcionarios del sector público que entregaron su declaración jurada de bienes y rentas correspondiente a ese año, totalizando 13,093 declaraciones según mi versión de los registros de transparencia gubernamental. Para estos empleados del sector público, la mediana del ingreso bruto mensual fue 9,200 soles, aunque el percentil 90 de ingresos mensuales fue de 15,600 soles al mes. Se pueden distinguir quince niveles jerárquicos entre estos trabajadores. El nivel jerárquico más alto tuvo una mediana de ingresos mensuales de 15,550 soles y el percentil 75 de ese nivel fue de 25,000 soles al mes. Todos estos datos son muy distintos a los de la ENAHO, que apenas registra 5,067 trabajadores en el sector público con información de ingresos, y estos registran una mediana de 2,451 soles mensuales de ingresos brutos. En síntesis, la fuente estadística clásica tiene pocas observaciones sobre individuos del sector público, mayoritariamente del personal de menor jerarquía, mientras que la fuente alternativa basada en declaraciones juradas contiene información sobre los rangos más altos, cuyo nivel de ingresos es mucho mayor.
Otra ventaja de las declaraciones juradas disponibles de funcionarios del sector público es la información sobre el valor monetario de sus bienes. Nuevamente, enfocándome solo en el año 2019, encuentro que la mediana del valor de bienes es 110,000 soles, aunque el percentil 90 corresponde a bienes equivalentes a 703,040 soles. Respecto al rubro patrimonial de “otros”, la mediana es de 15,205 soles y el percentil 90 equivale a 255,074 soles.
Dicho en palabras sencillas, el argumento de que en el sector público peruano se gana poco no es del todo válido. Quizá se gane menos allí que en el sector privado – sobre el cual la información estadística es prácticamente inexistente, especialmente en el segmento gerencial – pero no se puede esgrimir el argumento de que una persona del sector público está simplemente sirviendo al país. Sí, sirve al país, pero lo hace percibiendo ingresos que en miles de casos no son bajos en comparación con el contexto peruano.
En qué sirves y a quién
La descripción que he reportado en la sección anterior es somera, pero motiva el tema de fondo. Desde un punto de vista integral, un profesional no es juzgado por su salario ni por su cargo ni por su popularidad en la prensa o en las redes sociales, sino por su contribución al desarrollo de la sociedad. Y como escribí en una entrega anterior, bien sabemos que el desarrollo no es puramente económico ni cuantificable monetariamente, pues incluye un sinnúmero de dimensiones personales.
Recordando que hay tres valores que interesan – el ingreso personal, el valor de mercado del servicio prestado por la persona y el valor social de su contribución más general – conviene ir dando pasos para tener un entendimiento más profundo de ellos en el contexto peruano. De forma algo indirecta, el concepto microeconómico del producto marginal puede ser útil. En economía laboral se habla de productividad marginal, pero yo aludo aquí a un concepto más amplio de equilibrio general desarrollado por Joseph Ostroy, profesor emérito de UCLA. Consideremos una economía con diversos agentes productores o consumidores, incluyendo aquellos que están deseando entrar sin hacerlo aún. Ahora calculemos el valor monetario de esa economía. Luego procedamos a hacer el ejercicio mental de “borrar” a uno de esos agentes del mercado para calcular nuevamente el valor del mercado sin ese agente. A la diferencia entre el primer valor de mercado (con el agente) y el segundo valor de mercado (sin ese agente) la llamamos el producto marginal de ese agente. La economía puede caracterizarse considerando esa diferencia como crucial para entender cómo funcionan los mercados y los individuos. ¿Cuál es el valor de mercado de lo que un individuo contribuye a la economía? ¿Esa contribución se asemeja a lo que esa persona extrae como remuneración o rentas? ¿Qué externalidades positivas es recomendable potenciar, y qué externalidades negativas deben reducirse?
En el plano del valor de mercado de los servicios que uno brinda, la respuesta a las interrogantes en el caso del Perú es difícil, posiblemente por la existencia de fricciones de muchos tipos. Con más investigación usando más fuentes fidedignas de data, llegaremos a conclusiones más claras que informen las políticas privadas y públicas sobre cuán eficiente es la interacción en los mercados de bienes y servicios, incluyendo el mercado laboral. En particular, las barreras que el propio individuo erige por sus malas decisiones son más difíciles de superar y dependen de la voluntad personal.
En el plano más profundo del valor social, conviene que cada quien se pregunte en qué sirve y a quién. Ver la propia ocupación o profesión como una oportunidad de servicio a otros tiene múltiples beneficios. Brinda motivación, otorga perspectiva a problemas coyunturales, ayuda a reorientar la carrera precisamente en tiempos de crisis. Al poner el punto de mira en cuánto sirve lo que uno hace como beneficio para la vida de otros – beneficio que puede ser material o espiritual, desde proporcionar alimento físico hasta instruir sobre la belleza de la armonía musical – se perfeccionará poco a poco el concepto meramente monetario del producto marginal privado, incluyendo externalidades no detectadas fácilmente, hasta propiciar una mayor integración en una sociedad tan diversa como la peruana.
Cuando apreciemos el valor del servicio que brindamos, notaremos también los múltiples servicios que nos brindan otros y los valoraremos. La afirmación personal – el hacer notar al otro cuánto vale lo que hace – no se ejercita mucho en nuestra sociedad. Paradójicamente, es algo que urge: toma cierta humildad y un fino sentido económico reconocer el valor de otros con gestos y acciones.
Referencias
- Piketty, Thomas; Gabriel Zucman. 2014. Capital is back: Wealth-income ratios in rich countries 1700—2010. Quarterly Journal of Economics 131, 519—578.
- Ostroy, Joseph. 1984. A Reformulation of the marginal productivity theory of distribution. Econometrica 52, 599-630.
- Smith, Matthew; Danny Yagan; Owen Zidar; Erick Zwick. 2019. Capitalists in the twenty-first century. Quarterly Journal of Economics 134, 1675—1745.
(*) Agradezco los comentarios editoriales de Roberto Chang, que fueron muy útiles para precisar mejor este punto.
(**) Agradezco a Juan Ferrer y María José Corrales por la realización de distintas etapas en el análisis de ENAHO, así como por el acopio y limpieza de la data del sector público.
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