No es China, sino la FED

En las últimas semanas el cobre ha tenido un incremento vertiginoso. Tanto así que febrero 2021 quedará anotado en el top 1 de los meses con mayor aumento de precio en las últimas dos décadas. Junto con ello, los más optimistas ya hablan de un nuevo ciclo de auge de materias primas y, cómo no, algunos ya afilan el diente con mayores impuestos y más gasto fiscal. ¿Será para tanto?

Anticipar los ciclos de materias primas es extraordinariamente difícil. En el pasado, estos se dieron en grandes guerras o como consecuencia del fuerte crecimiento de China desde mediados de los 2000. En la actualidad, un renovado impulso chino es lo que alimenta más expectativas, pero esta es una historia muy difícil de repetir. Su recuperación de la pandemia ha sido notable, y continuará durante 2021, pero todo indica que las autoridades en ese país no quieren embarcarse en programas de estímulos muy grandes. Apenas puedan, comenzarán a retirarlos. Otros factores, como dificultades en la producción o un cambio tecnológico hacia energías verdes, podrían contribuir a mantener precios altos, pero de ahí a un auge como el vivido la década pasada es otra cosa.

Pero este ciclo tiene otro ingrediente especial. La política monetaria en el mundo es extraordinariamente expansiva, como nunca, y la Reserva Federal ha manifestado que aun con una recuperación que gana tracción, con una vacunación masiva y con un plan de expansión fiscal generoso, no pretende sacar el freno del acelerador. Por ahora, los inversionistas buscan rentabilizar los suculentos dólares en activos riesgosos, en monedas emergentes y en instrumentos que los protejan de la inflación, como las materias primas.

Así, parte del aumento del cobre en las últimas semanas se explica por una combinación de políticas fiscales y monetarias muy expansivas cuando la recuperación parece estar llegando. Este cóctel podría justificarse en la medida que la recuperación fuese escuálida, pero se justifica menos con los motores rugiendo. Cuando los mercados empiezan a exigir una normalización monetaria y el retiro de la morfina, los precios se corregirán. ¿Cuánto? No sabemos. ¿Cuándo? Tampoco. La volatilidad de los últimos días podría ser un trailer de la película.

La duración del auge del cobre es incierta, pero la recomendación de política económica no lo es. Nuestra propia experiencia muestra la bondad de ahorrar los ingresos transitorios. Si el país pudo sortear bien la crisis financiera hace una década, y si ha podido gastar grandes recursos este año, es porque acumuló en vacas gordas. La incontinencia fiscal de gastarse un auge que todavía no existe hará más doloroso el inevitable camino de frugalidad fiscal que se avecina.