El annus horribilis 2020 estuvo marcado por la pandemia del covid-19 y la intensa recesión mundial causada por aquella. Para este nuevo año se espera que el mundo comience a recuperarse, lo que será condicional al control de la pandemia. La normalización económica también dependerá de la efectividad de las políticas de reactivación y de los efectos de la destrucción de empresas y empleos. En estas condiciones tan inciertas, solo sabemos con virtual certeza que la recuperación será desigual entre países, sectores y grupos sociales.
El escenario base es de un crecimiento del PIB mundial proyectado en 5,2% en 2021, que marcaría una importante recuperación respecto de la caída de 4,4% en 2020. Los mercados accionarios se han recuperado tempranamente, superando los valores previos a la crisis. Pero el mundo enfrenta cuatro riesgos severos.
El primero es sanitario. ¿Quién ganará la carrera contra el tiempo: la vacunación masiva (hasta alcanzar la inmunidad de rebaño, con dos tercios de la población vacunada) o la propagación del virus en segundas o terceras olas de contagio?
El segundo riesgo es económico. La evidencia muestra que las políticas fiscales, monetarias y crediticias más expansivas de la historia mundial han morigerado la recesión de 2020 y aceleran la recuperación esperada para 2021. Sin embargo, el riesgo está en el manejo de las políticas en este año, que deberá ser cuidadoso. De prolongarse el estancamiento recesivo, los gobiernos deberán actuar a tiempo y de manera focalizada con nuevos programas de apoyo. De asentarse la recuperación, deberán retirar a tiempo las medidas de estímulo, para volver a la sostenibilidad fiscal y evitar burbujas en los mercados de activos.
El tercer riesgo es político. En dos semanas más EE.UU. volverá a su centro. Asumirá Joe Biden, poniendo fin a la presidencia de Donald Trump. Este populista encabezó la peor presidencia de la historia de EE.UU., dañando gravemente la salud de la población, la seguridad militar, las relaciones con los aliados y la estabilidad institucional de esta gran nación. Biden corregirá muchos de los graves errores de Trump. Pero hay riesgos de política económica asociados a la gestión de Biden, acrecentados con el dominio demócrata del Congreso.
Como muestra la historia, los grandes riesgos geopolíticos se derivan del ejercicio del poder total por dictadores omnipotentes de grandes potencias. Hoy son Xi Jinping en China y Putin en Rusia, cuyas decisiones unipersonales pueden poner en riesgo la paz mundial.
La cuarta incertidumbre es sobre la salud ambiental de la Tierra. ¿Habremos tomado mayor conciencia en 2020 sobre la urgencia de mitigar la catástrofe ambiental y el cambio climático del planeta? Hay algunas luces de esperanza: muchos gobiernos se han comprometido con paquetes económicos de reactivación verde y con la emisión neta cero de gases de efecto invernadero para 2050. Pero se requiere mucho más —y más aceleradamente— para prevenir una catástrofe ambiental terminal.
Los riesgos y retos de Chile
Después de la contracción de 6,0% del PIB de Chile en 2020, se proyecta una recuperación parcial en 2021, con un crecimiento de 4,5%. Este escenario central de proyección está sujeto a significativas desviaciones, en su mayoría negativas, derivadas de la posible materialización de seis grandes riesgos y sus correspondientes retos para enfrentarlos bien.
¿Ganará la vacunación masiva la carrera contra el tiempo a la segunda ola de contagios y cuarentenas?
¿Seguirán creciendo el terrorismo, el narcotráfico y la delincuencia, extendiendo su control sobre más comunas y regiones, llevando a Chile a ser otro Estado fallido?
¿Elegiremos un nuevo gobierno y un nuevo Congreso de representantes y partidos centrados y responsables, o nos seducirán populistas autoiluminados y extremistas?
Después de las muy buenas políticas económicas —hiperexpansivas— implementadas por las autoridades económicas en 2020-2021, ¿seremos capaces de volver a la normalización fiscal, monetaria y crediticia, condición necesaria para nuestra futura estabilidad macroeconómica?
¿Profundizaremos las buenas políticas ambientales impulsadas en los últimos años, para enfrentar con mayor urgencia el cambio climático (importado) y las múltiples distorsiones (domésticas) que causan nuestra creciente insostenibilidad ambiental?
Crecemos sistemáticamente menos que el mundo desde el año 2014, después de 25 años en que Chile crecía más que el mundo. Esta pérdida de capacidad de crecimiento es reflejada por la enorme caída de nuestro crecimiento tendencial: desde un 4,0% en 2011-13 a un 1,6% proyectado para 2019-2022. ¿Seremos capaces de adoptar las reformas estructurales necesarias para reimpulsar nuestro crecimiento económico, que es una condición necesaria para alcanzar el desarrollo?