Zombies

Los zombies se ven no solo en las películas. La existencia de empresas que sobreviven con apoyo de los gobiernos, pero no son capaces de subsistir por sí solas en un ambiente competitivo, es un fenómeno largamente estudiado. Estas empresas, menos productivas y con más deuda, son un lastre para el crecimiento, porque utilizan recursos humanos y financieros sin agregar mucho valor. ¿Qué sabemos de ellas?

Las crisis financieras son especialmente fértiles para su aparición. La pérdida en la capacidad de pago de las empresas golpea a los acreedores, los que, en vez de asumir las pérdidas, postergan su reconocimiento y mantienen la llave del financiamiento abierta. Así, el sobreendeudamiento se perpetúa, y se distraen recursos para empresas innovadoras.

Las bajas tasas de interés también pueden contribuir a la aparición de zombies. El relajo en las condiciones de financiamiento pone menos presión para el reconocimiento de las pérdidas en el sistema financiero, lo que contribuye a perpetuar la vigencia de empresas inviables.

Por cierto, esto no significa que las políticas de apoyo al crédito deban eliminarse, ni menos que las tasas de interés deban mantenerse altas en períodos de crisis. Ellas son fundamentales en esos momentos. Pero el apoyo a las empresas —directo o a través del sistema financiero— debe estar cuidadosamente diseñado para evitar llenarse de zombies. Lograr el equilibrio es difícil. Hacer poco genera daño, al destruir muchas empresas viables. Pero intervenciones demasiado creativas de los gobiernos o legisladores son un caldo de cultivo para la reproducción de los zombies, cuyo costo es silencioso y de lenta cocción. En esto, las buenas intenciones no bastan.

Para facilitar que el crédito fluya en buenas condiciones, se necesitan bajas tasas de interés, mucha liquidez y garantías estatales que sean parciales y transitorias. Buena parte de ello está logrado, aunque se puede hacer más para facilitar el acceso a garantías. Pero el segundo ingrediente crítico para una correcta asignación del crédito es cuidar la sana disciplina de mercado, que permite sopesar adecuadamente los riesgos. Las leyes o regulaciones que buscan implementar una especie de “ley pareja no es dura”, así como los intentos para que instituciones públicas hagan compras indiscriminadas de deuda privada, no funcionan bien. Debemos reconocer que las mayores tasas de interés de los bonos de empresas reflejan un cambio en el riesgo inherente de los negocios.

La quiebra y muerte de muchas empresas será fatal para la recuperación de la economía una vez pasada la etapa crítica de la pandemia. La existencia de muchos zombies, también.

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