Los nuevos cómplices pasivos

Intercambio de información
“Que los crucifiquen por una práctica que tiene gran parte de los sectores del país es decepcionante”, afirmó recientemente un cercano al dueño de Don Pollo, a propósito del fallo del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia por colusión. “El intercambio de información es completamente normal”, agregó el dueño de Agrosuper, otra de las empresas sancionadas, a propósito de los correos electrónicos enviados por la Asociación de Productores Avícolas coordinando las cantidades de pollos a ser faenados por cada uno de sus asociados.

¿Qué opinan los líderes empresariales y políticos de derecha de estas declaraciones? ¿Cuán habitual es “compartir información” en los distintos sectores productivos? ¿Les parece una conducta normal o condenable? Fueron noticias de portada en día domingo, pero no hubo reacciones.

Mal agradecidos
El presidente de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras se opuso a las reforma de la ley de consumidores que impulsa el gobierno, argumentando que este tipo de reformas son innecesarias, pues en Chile no hay escasez de bienes, a diferencia de países como Venezuela.

Este es el mismo dirigente gremial que ha criticado reiteradamente al ministro de Economía por una supuesta “falta de calle”. Línea argumental de la cual se hizo eco el dueño de Agrosuper antes mencionado, quien acusó el domingo pasado al fiscal nacional económico de falta de calle por creer que “se puede manejar un cartel con cuatro o seis mails por año”. Una pena que el periodista no le preguntara cuál era el número mínimo de mails anuales que estimaba necesarios para coordinar un cartel. En los Estados Unidos basta con uno de esos mails para ir derechito a la cárcel.

¿Siguen pensando los directores y gerentes de empresas IPSA que eligieron al presidente del directorio de La Polar como el empresario de la década que su elección fue acertada? Porque la opinión pública no conoce ninguna declaración que indique lo contrario.

Y tenemos el caso cascada. Corredoras de Bolsa, dueños de estas corredoras y quienes fueron directores de la Bolsa de Comercio de Santiago (BCS) sancionados por la SVS con multas millonarias por infringir reiteradamente la Ley de Mercado de Valores y la Ley de Sociedades Anónimas. A través de un esquema que benefició a un grupo de accionistas controladores (y sus operadores) en desmedro de los accionistas minoritarios.

La SVS concluyó que los sancionados violaron reglamentos de la propia Bolsa (artículos 66 de la BCS y 64 del Reglamento de la Bolsa Electrónica de Chile). La BCS respondió que no procede opinar al respecto, ya que sería juzgar a los acusados dos veces por el mismo delito. Es como si el miembro de un club realizara un ilícito y el directorio del club optara por mantenerlo como socio mientras no exista un fallo definitivo, sin siquiera contemplar la posibilidad de suspenderlo. ¿Para qué tiene la BCS un comité de buenas prácticas si este no opina sobre la conducta de sus asociados?

¿Cuándo?
¿En qué momento se jodió el modelo de libre mercado en Chile? ¿Fue cuando la derecha y los líderes empresariales dilataron lo más posible los avances obvios en materia de protección de los consumidores y política antimonopolios? ¿Fue cuando las Isapres trabaron, una y otra vez, cualquier intento por introducir un plan de salud estandarizado que las llevara a competir, permitiendo que los afiliados eligieran de verdad y no pudieran ser expulsados del sistema? ¿O fue cuando durante décadas lasAFP tuvieron ganancias extraordinarias sin que ingresaran nuevos actores y nadie se hizo cargo de las bajas pensiones que venían?

La derecha y los líderes empresariales pierden credibilidad cuando no critican decididamente prácticas anticompetitivas y anticonsumidores. El potencial de crecimiento e innovación de una economía de mercado va de la mano con tener regulaciones que evitan los comportamientos abusivos.Y, lo que es igualmente importante, la legitimidad de la economía de mercado también.

La legislación para mejorar la protección de los consumidores sigue su trámite legislativo, introduciendo perfeccionamientos que han sido positivos. ¿Seguirán sectores de derecha afirmando que una mejor protección de los consumidores genera incertidumbre? ¿O primarán las voces más sensatas, pero todavía minoritarias, que entienden que una protección eficaz de los derechos de los consumidores es clave para legitimar todo lo bueno que puede lograrse con una economía de mercado?

La legislación antimonopolios ha tenido avances importantes, pero existen temas pendientes. Uno de ellos es tener multas que guarden relación con el daño causado, otra es introducir penas de cárcel en los casos más graves.

¿Seguiremos con defensas corporativas por parte de sectores empresariales o emergerán liderazgos que entiendan que lo que es bueno para la economía de mercado no tiene por qué ser bueno para los negocios?

¿Seguiremos con escándalos recurrentes donde se abusa de los accionistas minoritarios? ¿O abandonaremos la quimera de la autorregulación y tendremos, finalmente, bolsas de comercio que no son manejadas por las corredoras de Bolsa?
Los nuevos
Cuando se conmemoraron los 40 años del Golpe Militar, hace poco más de un año, el Presidente Piñera fustigó a grupos de su sector por haber sido cómplices pasivos de las violaciones de derechos humanos que sucedieron durante la dictadura. Fue uno de los momentos estelares del gobernante anterior.

¿Por qué los líderes empresariales y de derecha no apoyan decididamente los pilares de la economía de mercado cuando esto significa criticar conductas de sus pares? Pareciera imperar una lógica del “hoy por mí, mañana por ti” en que no se critica a otros empresarios sino que se mira para el lado. El daño que se hace a los intereses de esos mismos empresarios, al menos en el largo plazo, es grande. No es de extrañar que se haya instalado en amplios sectores de la sociedad una visión crítica de la obtención de ganancias (el lucro).

Mercados transparentes y competitivos, regulados de modo que las empresas compitan en serio y los consumidores no se sientan abusados, tienen un gran potencial para contribuir a crear sociedades más desarrolladas e inclusivas. En demasiadas ocasiones sectores empresariales y de derecha son cómplices pasivos, guardando silencio respecto de actuaciones empresariales que desprestigian la economía de mercado y terminan atentando contra sus propios intereses.

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