Como parte de un estudio sobre cómo las familias eligen colegios en Chile, entrevistamos a Daniela. Ella tiene 32 años y creció en una comuna pequeña en la Quinta Región. Daniela es madre soltera y vive con su hija de tres años en una comuna de ingresos medios de la capital.
Daniela sabe que la decisión más importante que va a tener que tomar este año es sobre la elección del colegio. Ella estudió en una escuela municipal, la única opción en su pueblo. Ahora la situación es muy distinta para su hija. Tiene seis colegios en un radio de un kilómetro de su casa.
Daniela no tiene redes de contacto en su barrio y cuenta con poca información sobre los colegios alrededor de su casa. Sabe que dos son municipales y cuatro particulares subvencionados. De estos últimos, sabe que uno es confesional. No sabe que los tres laicos también son con fines de lucro. Todos cobran distintas mensualidades, menos los dos municipales, que son gratuitos.
El colegio que más le gusta a Daniela es el católico, por los valores cristianos, la disciplina y el ambiente académico riguroso que brinda, según una vecina que tiene sus hijos ahí. Pero no se atreve a postular, porque también la vecina cuenta que piden certificados de matrimonio y entrevistan a los padres. Daniela no está casada y ni siquiera ha hablado con el padre de su hija desde que la pequeña nació. También le gusta otro colegio que ofrece inglés en prekínder y kínder, pero cobra $ 80.000 en financiamiento compartido, que sería más de 20% de su sueldo.
El escenario que enfrenta Daniela para elegir un colegio es bastante representativo de un padre de clase media en Chile (el 34% de la matrícula nacional). Según el Ministerio de Educación, casi 70% de familias de clase media asisten a un colegio particular subvencionado, y según un estudio reciente del Instituto de Políticas Públicas, la mayoría asiste a colegios con fines de lucro que cobran financiamiento compartido (Elacqua, Martínez y Santos, por publicar). También la evidencia reciente indica que las barreras de entrada -financiamiento compartido y selección- afectan el set de opciones que los padres de clase media consideran a la hora de elegir un colegio (Carrasco y Flores, 2013).
¿Qué impacto van a tener para la elección educacional de apoderados como Daniela, las reformas educacionales anunciadas por el gobierno, que prohíbe el lucro, la selección y elimina gradualmente el copago?
Primero, va a reducir las asimetrías de información. La evidencia indica que los con fines de lucro son de peor calidad que los sin fines de lucro (Paredes, 2012; Elacqua, 2009). El fin de lucro a lo menos garantiza a las familias que los recursos públicos que reciben se invertirán en los establecimientos y no seguirán yendo al bolsillo del sostenedor.
Hoy Daniela no postula a dos colegios por las barreras de entrada actuales en el sistema: el católico, porque es selectivo y el laico porque cobra una mensualidad demasiado alta. Contrario con lo que reclaman los opositores a estas reformas, el fin del lucro, fin de la selección y fin del copago ampliarán la libertad de elección de Daniela, ya que podrá escoger una escuela por los valores y aspiraciones que ella tiene para su hija.
Gregory,
No estoy seguro de haber entendido la conclusión de su post. Agradeceré me confirme que su conclusión es que imponiendo a los proveedores de servicios la obligación de prestar servicio a usuarios que hoy no pueden acceder se aumenta la libertad de los usuarios. Si efectivamente esta es la conclusión, el análisis de las consecuencias de imponer tal obligación está lejos, muy lejos, de ser completo, pero antes de seguir debo estar seguro de que esa es su conclusión.