Hace exactamente tres años estaba en Manhattan. Era una fría mañana en Nueva York, pero tuve dinámicas entrevistas de pega en el área de Estudios para América Latina y Commodities de un banco de inversión. Primero me preguntaron sobre los bonos de Hugo Chávez, luego por reglas fiscales; además del impacto del boom de la soya y del cobre en la inflación. Al final me fue bastante bien, aunque después me decidí por una oferta académica.
Semanas antes de eso estuve en Sanhattan –lo que sería la “réplica” de Manhattan en Chile- también para un puesto similar, pero en un banco de inversión local. Después de llegar donde el glamoroso head hunter y aceptar un cafecito, éste empezó rompiendo el hielo: ¿Hola, a qué colegio fuiste?Yo ilusamente pensaba que con una década de experiencia profesional y un PhD de Harvard el colegio no le preocuparía; pero sí le importaba. Luego siguió: ¿Qué hacen tus papás? Lo bonito era que la entrevista ya no se perdía en cosas de segundo orden, sino que iba directo al grano: mi cuna. La tercera pregunta complementaba lo anterior ¿Qué hacen tus hermanos? , y para rematar me piden que comente el número de hijos que tengo, todo con un tono que insinuaba si posiblemente pertenecía a alguna subtendencia religiosa. Y ojo que este no era un trabajo para el área comercial, donde por la naturaleza quizás alguien necesite codearse con los ex compañeros de colegio de Eyzaguirre. El trabajo, por ejemplo, era intentar achuntarle a la inflación. Para eso puedo ser bueno o malo, pero no es por mi colegio. Hacia el final de la entrevista me contó que había otro trabajo; al cual lamentablemente no me podía postular porque mi cartón en Chile no decía “Ingeniero Comercial o Civil”. Valga mencionar que en Chile el Presidente de la República; el Ministro de Hacienda y el Presidente del Banco Central obtuvieron doctorados en el mismo departamento que yo. Más aún, dos de los tres millonarios Forbes chilenos que no heredaron fortuna habían hecho un posgrado similar al mío; pero eso no importaba tanto como mi elección a los 18 años o la de mis padres a los cinco. Y mi entrevista no fue una excepción, pues amigos que volvieron del MIT han recibido preguntas similares. También hace unas semanas Eduardo Engel nos contó en La Tercera sobre el trabajo de Zimmerman, quien midió que entrar a una Universidad top efectivamente te ayuda a ser ejecutivo de elite en Chile, pero sólo si fuiste al colegio “correcto”.
Sin rodeos, si quieres que tu empresa crezca es momento de abandonar este provincianismo; o lo que Banfield denomina “familismo amoral”, donde sólo confías en el subgrupo donde naciste. Hay que enfocar las entrevistas de selección en cosas que determinen la productividad, pues si las empresas no tienen los gerentes que corresponden, entonces no sólo los dueños pierden plata, sino que también hay una externalidad pecuniaria: los sueldos de todos los trabajadores dependen de que tengamos firmas mejor manejadas. Además, a nuestro mundo corporativo le faltan ejemplos de movilidad social, le faltan más mujeres y le faltan historias de vida que hagan un poco más digerible el capitalismo. Como los techos de vidrio no son la manera de avanzar, algunos académicos de Economía y Negocios de la U. de Chile pondremos un granito de arena. A partir de marzo haremos una lista voluntaria; donde las empresas y los head hunters podrán adherir a algunas buenas prácticas de selección de personal; similares a las usadas en Manhattan, no a las de algunos en Sanhattan. Tú decides qué tipo de empresa quieres.
Esta fallas es lo que me motivo a un articulo que hice hace poco sobre el dinero que pierden las empresas por distorsiones en el proceso de seleccion. Es llamativo como por un proceso de seleccion deficitario la empresa pierde competitividad al largo plazo. Y lo peor es que nadie corrige esto porque no en general las entrevistas no son supervisadas. Ademas las preguntas que hacen poco dicen acerca de las cualidades del candidato y de como rendiria en el trabajo, mas bien se basan en prejuicios e intuiciones varias.
Yo por ejemplo fui a uno de los mejores colegios de Argentina, si no el mejor (San Andres) y la verdad que si bien muchos temas de la facultad los vi ahi, la carrera finalmente hace que los alumnos convergan a una capacidad similar. No importa si viniste de la escuela tecnica n2 o el san andres, a la larga las diferencias se van acortando haciendo que la pregunta «a que colegio fuiste» pierda completa relevancia. Lo que si rescato del colegio y que puede repercutir es el Ingles. No es lo mismo alguien que hizo el secundario con el 80% de las materias en ingles y con profesores ingleses que alguien que tenia ingles por la tarde.
Aunque pudo haber sido escrito bajo un estado de alteración emocional, la redacción de esta pieza no parece provenir de una persona con 10 años de experiencia con un PhD.
Probablemente te identificó la condición aspiracional que describe, y de picado dices eso
Cuentan que alguien que llegó a ser un gran magnate en US pudo estudiar en la universidad aún cuando venía de familia pobre.
«Cuando me recibí, contaba éste, a mis compañeros más ricos les regalaban autos, viajes, les conseguían trabajo. Pero como yo tenía un padre pobre el metió la mano en su bolsillo, sacó una moneda de 50 centavos y me dijo: Esto es para que compres el diario y te consigas un trabajo»
Llegó muy lejos … (leer La importancia de no nacer importante, de Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina)
Estupendo tu articulo!!!!
Que buen artículo, representa completamente el «provincialismo» de nuestro chilito.
Lo gracioso es que en Chile, los primeros que te dirán «Tienes razón Rodrigo», «qué provincianos y aspiracionales son estos tipos», «que atroz ese tipo de gente»… son los mismos que tu describes…
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[…] Manhattan vs. Sanhattan. ¿A qué colegio fuiste? […]