Cualquier observador internacional medianamente informado se admira del progreso que ha logrado Chile en los últimos 30 años. Se destaca, en particular, el gran salto en su ingreso per cápita, en su infraestructura y en los indicadores sociales de su población.Este progreso ha sido el resultado de un continuo proceso de mejores políticas económicas y sociales, y del desarrollo de instituciones que han contribuido a crear un ambiente propicio para el empleo, la inversión y el crecimiento.
Este modelo de desarrollo incluye la estabilidad macroeconómica, una economía de mercado abierta al mundo, un Estado que promueve el desarrollo de la infraestructura y políticas sociales orientadas a proteger a los grupos más vulnerables de la población.
Pero no solo los observadores internacionales se percatan del progreso de Chile, los mismos chilenos también. En la encuesta del CEP de julio-agosto recién pasado, solo el 8% de los encuestados cree que Chile está en decadencia, uno de los niveles más bajos de los últimos 24 años, contra el 42% que cree que está progresando y el 49% que cree que está estancado.
En tanto, frente a la pregunta de cuáles son los tres factores más importantes para surgir en la vida, el “tener un buen nivel de educación es esencial o muy importante” logra la preferencia del 69% de los encuestados, seguido por el 66% y el 54% de “trabajar duro” y “tener ambición”, respectivamente.
En contraste, las razones identificadas como menos importantes son la religión, el pago de coimas y la raza u origen étnico de las personas. Además, cuando en la misma encuesta se pide señalar las razones del éxito económico de las personas a partir de una larga lista de potenciales causas que incluyen, entre otras, la ayuda económica y las políticas económicas del Estado, los contactos y pitutos, los encuestados señalan el trabajo responsable, el nivel educacional y la iniciativa personal como las tres razones más importantes. Estos tres factores se han situado entre los más mencionados desde 1990.
Estas respuestas son congruentes con el modelo de desarrollo seguido por Chile, que provee incentivos y oportunidades a su población para lograr un empleo compatible con su preparación y su esfuerzo. A su vez, este empleo les permite aumentar su ingreso real y mejorar sus indicadores de salud y de calidad de vida. Además, estas características identifican una sociedad donde la discriminación tiene un rol reducido en limitar el progreso de las personas. En comparaciones internacionales, Chile es también uno de los países en que su población le da más importancia a la educación como un factor determinante del éxito para surgir en la vida (ISSP, 2009).
Adicionalmente, en la referida encuesta del CEP hay más evidencia sobre la importancia que la población le otorga a la mejora de sus capacidades como un medio para mejorar su bienestar.
Así, en la pregunta: “En Chile se discute respecto de cómo el Estado debe apoyar a las personas que están en situación de pobreza. En su opinión, ¿cuál debería ser la principal forma en que el Estado apoye a las personas en situación de pobreza, a través de programas que mejoren sus capacidades (como educación o capacitación) o a través de transferencias de dinero (bonos)?”. El 81% de los encuestados cree que debiera ser a través del primer mecanismo y solo el 17% a través del segundo. Es interesante señalar además que la importancia del primer mecanismo ha aumentado en forma sostenida en los últimos cinco años.
Para seguir avanzando en mejorar los niveles de vida de la población y mejorar la distribución del ingreso, es fundamental ampliar las oportunidades de los chilenos para mejorar sus niveles de capital humano y estimular el crecimiento.
Ambas cosas están muy relacionadas. Como lo muestra la mayor parte de los estudios sobre el crecimiento de Chile, los saltos iniciales en el producto per cápita se lograron con “transpiración”, es decir, crecimiento del empleo y un salto de la inversión en capital físico; e “inspiración”, que correspondió en ese período a una mejora en la eficiencia de la economía como un todo. Esta mayor eficiencia se logró gracias a las reformas de los últimos 30 años.
Sin embargo, en los últimos años el crecimiento ha sido, principalmente, el fruto de la “transpiración” más que de la “inspiración”. Pero ahora que la economía está cerca del pleno empleo, que la demografía limita el potencial de crecimiento del empleo, que las regulaciones limitan la provisión eficiente de energía y que la tasa de inversión ya supera el 25% del producto, los espacios para seguir creciendo a través de la “transpiración” son más reducidos.
En estas circunstancias, para seguir creciendo lo que se requiere es resolver los problemas que limitan los aumentos de productividad. Como lo muestran numerosos estudios, incluyendo un estudio reciente de la consultora internacional McKinsey, Chile tiene una gran brecha de productividad con respecto a los países avanzados (el producto medio del trabajo en Chile es menos de un tercio del de Estados Unidos).
Para reducir esta brecha de productividad se requiere, además de mantener las buenas políticas económicas, reducir rigideces en los contratos laborales que entorpecen un uso eficiente del trabajo, levantar barreras a una producción eficiente de electricidad, mejorar la eficiencia de los programas sociales del Estado, y mejorar significativamente la calidad de la educación y la capacitación para mejorar las oportunidades para innovar y para aumentar la productividad.
En este último punto, y como lo he repetido en varias columnas anteriores, las principales oportunidades están en mejorar la calidad de la educación preescolar, básica y media que reciben los niños que provienen del 50% más pobre de los hogares chilenos, y este debiera ser el foco de cualquier reforma educacional.
Chile ha tenido grandes logros en los últimos 30 años, los cuales son ampliamente reconocidos internacionalmente y por la mayoría de los chilenos. Pero para seguir avanzando es importante identificar dónde están las grandes oportunidades.
Estudios especializados y la sociedad chilena identifican claramente que en el Chile de hoy mejorar la calidad de la educación tiene un rol importante que jugar para promover el crecimiento y mejorar las oportunidades de la población para incrementar su bienestar.