Productividad y crecimiento en Chile: Se agota la fase «extractiva fácil»

El PIB per cápita en el largo plazo aumenta por el crecimiento de la productividad total de factores (PTF). Incrementos en la PTF se asocian a aumentos en la capacidad de la economía de generar más valor de producción con la misma cantidad de capital y trabajo. Es decir, mediante ganancias de eficiencia, una asignación de recursos a sectores más productivos, agregar valor a los productos por medio de la creatividad, un capital humano más calificado y la innovación. El crecimiento del PIB per cápita de los últimos tres años está muy influido por la recuperación de la utilización de la capacidad ociosa de la crisis internacional del 2009, la bonanza del cobre y la relativa exuberancia del gasto público y privado, que han generado un aumento sistemático de la demanda agregada por sobre el PIB potencial y un incremento del empleo poco calificado en actividades de servicios de baja productividad. A futuro sostener un crecimiento significativo del PIB per cápita requerirá priorizar el crecimiento de la productividad.

Un estudio reciente realizado por Magendzo y Villena en la Universidad Adolfo Ibáñez indica que el crecimiento de la PTF viene cayendo, sistemáticamente, desde los años noventa. En el período 93-98 el crecimiento de la PTF se estimó en 2,6% al año, comparado con 1,2% en el período 2000-2008 y un 0,6% entre el 2010 y el 2012.

El incremento de la PTF se reduce sistemáticamente en los últimos años como consecuencia de varios factores. El aumento de precios de la energía implicó que una parte del stock de capital que se adquirió para una situación de precios de energía bajos quedó subutilizada, con lo cual se afecta indirectamente la productividad en diversos sectores de la economía, además del efecto directo que se produce en algunos períodos por la reducción del valor agregado del sector eléctrico por la caída de la generación hidroeléctrica y sustitución por fuentes más caras. Otro factor dice relación con la caída en la ley de cobre y el efecto de mayor escasez de agua en el valor agregado del sector minero. También están la caída en la tasa de innovación de las empresas que muestran las encuestas de innovación y el estancamiento del proceso de diversificación exportadora de bienes y servicios.

Magendzo y Villena realizan un análisis de la evolución del crecimiento de la PTF excluyendo el efecto de cambio de matriz energética y el deterioro de la ley de cobre, lo cual se puede obtener parcialmente al excluir del análisis a los sectores mineros y electricidad y gas. Con estas exclusiones la PTF en el período 93-98 crece un 1,7%, luego sube al 2,5% en el 2000-2008 y cae levemente a 2,3% en el 2010-12.

O sea, al excluir factores que no se relacionan con la eficiencia, sino con la disponibilidad de recursos naturales, se concluye que los análisis de evolución de productividad han tenido un sesgo importante. El resultado excepcional de la llamada época de oro se debe en gran medida a que se estaban explotando los yacimientos de cobre en las vetas de más alta ley, con acceso a energía y agua barata, a que la matriz energética era en mayor medida hídrica. A esto podemos agregar que no se contabiliza el deterioro ambiental y la sobreexplotación de la pesca y la sobredensidad de salmones en la zona austral y el aprovechamiento de terrenos cada vez más marginales en el sector forestal. Una vez que se agota esta etapa “extractiva fácil”, la medición de crecimiento de la PTF sin incorporar el stock de recursos naturales se deteriora, pero no es que nos hicimos menos eficientes, sino, por el contrario, en el con junto del resto de los sectores fuimos ganando eficiencia.

Este análisis cuestiona lo que se consideraba como verdad absoluta, que el crecimiento de la productividad había caído dramáticamente en los dos últimos gobiernos de la Concertación. Los datos ponen en duda la llamada “época de oro” de la economía chilena de los años 90, por lo menos respecto a la productividad y el crecimiento en los sectores menos dependientes de elementos exógenos como la disponibilidad de los recursos naturales no renovables. El crecimiento de la PTF hoy sin duda es producto de políticas que se implementaron en los 2000, así como el crecimiento en los 2000 se beneficia de las políticas aplicadas en los 90. La verdad es que, contrariamente a lo señalado reiterativamente por el Presidente Piñera, en el sentido de que este gobierno recuperó el crecimiento de la productividad, los datos lo desmienten. Estos años no se han realizado reformas que permitan vaticinar una evolución positiva del crecimiento de la PTF. Este es un tema fundamental que debe ser prioridad de las políticas públicas futuras. Sin duda que el énfasis en mejorar la equidad y calidad de nuestra educación es un factor fundamental para aumentar la productividad en el largo plazo, la cual debe ir acompañada de políticas que induzcan un aumento simultáneo de la demanda por inversión en innovación del sector privado y de una reducción de los costos energéticos y logísticos y aumento de la eficiencia y calidad de vida en las ciudades, donde se genera la mayor proporción del PIB.