Una herencia del gobierno de Piñera será un incremento significativo del gasto fiscal. Aunque el gobierno no ha entregado cifras detalladas para la mayoría de sus propuestas, los montos necesarios para financiar la reforma educacional y las medidas de la agenda social que ya se tramitan en el Parlamento probablemente requerirán más de un punto porcentual anual del producto, es decir, unos dos mil millones de dólares. Considerando que quedan más de dos años de la actual administración, con varios períodos electorales por delante y, al menos hasta el momento, indicios claros de que se trata de un gobierno débil para enfrentar grupos de presión, este monto fácilmente podría duplicarse.
Lo cual lleva a preguntarnos cómo se financiarán los incrementos del gasto fiscal. La respuesta del gobierno ha sido poco clara. En el caso de la reforma de la educación, por ejemplo, ha cambiado varias veces. En su última versión se habla de retirar cuatro mil millones de dólares del Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES) para financiar los primeros cuatro años de la reforma, dejando para administraciones futuras la búsqueda de fuentes de financiamiento permanentes.
Esto es irresponsable por dos motivos. Primero, porque el objetivo del FEES es estabilizar el gasto social en períodos recesivos o de bajo precio del cobre. A quién dude de la relevancia de este objetivo, le sugiero se informe sobre lo sucedido en los mercados europeos y estadounidenses durante esta semana. Segundo, porque los principios básicos de finanzas públicas indican que los incrementos de gasto permanente deben financiarse con nuevos ingresos que también son permanentes (o reduciendo fuentes de gasto).
Todo lo anterior indica que más temprano que tarde se hará una reforma tributaria importante en Chile. Las diferencias sobre el tema dentro de la Alianza y el clima de efervescencia social actual sugieren que probablemente sea durante el actual gobierno.
Bien hecha, una reforma tributaria puede ser una contribución importante en el camino hacia una sociedad más justa y próspera. Una reforma tributaria mal diseñada, en cambio, puede resultar nefasta para el desarrollo futuro del país.
Impuestos y cambio climático
Existen cinco razones por las cuales un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) debiera ser un elemento central de cualquier reforma tributaria.
Primero, porque es bueno para mejorar la calidad de vida de todos quienes viven en nuestro planeta. Reducir las emisiones de CO2 constituye una de las principales medidas para enfrentar el calentamiento global.
Segundo, porque nos permite cumplir con nuestros compromisos internacionales. El gobierno de Chile se comprometió durante la Cumbre de Copenhague de 2009 a reducir sus emisiones de CO2 en un 20% de aquí al 2020, un desafío mayor si tenemos en cuenta que nuestra emisión de CO2 casi se triplicó durante los últimos 30 años.
Tercero, porque es un impuesto que no crea distorsiones sino que, por el contrario, las corrige. En efecto, frecuentemente los impuestos tienen un impacto negativo sobre las decisiones económicas de los hogares y empresas, por ejemplo, desincentivando la inversión y el ahorro. Un impuesto al dióxido de carbono, en cambio, obliga a las empresas a internalizar el daño que causan con sus emisiones, lo cual es positivo.
Cuarto, un impuesto al CO2 mejora la distribución del ingreso, ya que la mayoría de los sectores afectados (minería, pesca, celulosa) son sectores con rentas significativas.
Quinto, porque es un impuesto que puede recaudar montos importantes de recursos. Cálculos preliminares sugieren recaudaría entre mil y dos mil millones de dólares anuales.
Impuestos a las empresas
Mucho se ha hablado de incrementar los impuestos que pagan las empresas, ya que estos son bajos en Chile, comparados con la mayoría de los países de la Ocde.
En teoría, en Chile al momento de retirar utilidades los accionistas tributan sólo por la diferencia entre la tasa que les corresponde como individuos (un máximo de 40%) y los impuestos que ya canceló la empresa (20% durante el 2011 y 2012, 17% a partir del 2013). En la práctica, sin embargo, la gran mayoría de los contribuyentes se las arregla, a veces legalmente, otras veces ilegalmente, para no pagar más que lo que paga la empresa. Lo cual sugiere aumentar la tasa que pagan las empresas y reducir la tasa máxima que debieran pagar (pero en general no pagan) las personas. Igualar las dos tasas es un escenario interesante a considerar, lo cual requeriría de un cálculo cuidadoso que asegure que se recaudarán los montos necesarios.
Impuestos y desigualdad
La distribución del ingreso, de la riqueza, del poder y de las oportunidades es sumamente desigual en Chile, sobre esto parece haberse alcanzado un consenso. En ciertos sectores es habitual escuchar que el problema de desigualdad en Chile se resuelve con un incremento importante de impuestos. ¡Ojalá fuera tan simple!
Un aumento de impuestos es una componente clave, por ejemplo, para financiar una reforma de la educación que nivele la cancha, desde la educación preescolar y hasta la educación superior. Sin embargo, inyectar grandes cantidades de recursos sin una mejora importante de la gestión educacional llevará a una enorme decepción, pues las mejoras serán menores y se habrá dilapidado una oportunidad única para mejorar la calidad de la educación de todos.
Reflexiones finales
Una discusión tributaria se beneficiaría de evaluaciones seria e independientes sobre su eventual impacto, en caso contrario es fácil que se transforme en un diálogo de sordos.
Varios países desarrollados tienen agencias que evalúan el impacto fiscal de propuestas del gobierno y la oposición. Por ejemplo, en días recientes, mientras se negociaban las reducciones de gasto en los Estados Unidos, vimos el importante rol que jugó la Congressional Budget Office (CBO) evaluando el impacto fiscal de cada propuesta que se consideró. A pesar de un ambiente con niveles de polarización extremos, republicanos y demócratas no pusieron en duda ninguna de las cifras que dio la CBO, por el contrario, cuando esta agencia indicó que los montos ahorrados en la primera propuesta del líder republicano de la cámara de representantes eran menores a los que él había anunciado, este procedió a revisar su propuesta. En Chile no tenemos una agencia de este tipo y es importante crearla.
Toda propuesta para una reforma tributaria debiera comenzar por considerar un impuesto a las emisiones de carbono. El principal desafío de incorporar un impuesto a las emisiones de carbono es el lobby que es de esperar por parte de los sectores empresariales afectados. Por eso, cualquier discusión de una reforma tributaria debiera ser posterior a una reforma que transparente el financiamiento de la política.
Eduardo tu propuesta tiene un gran sentido común: financiar nuevos gastos permanentes con recursos permanentes y recaudar impuestos que mejoren la asignación de recursos. Me pregunto como calculaste la recaudación estimada y que tipo de alicuota y mecanismo tenes en mente.
Los números fiscales de los países del G7 y la experiencia latinoamericana de los años 80 son claros ejemplos de los costos de no hacer reformas tributarias como las que propones a tiempo. Ver esta nota sobre solidez fiscal y crecimiento y esta sobre Europa para enfatizar el punto de la importancia de la solvencia fiscal.