¿Y qué le pasó al crecimiento en Chile?

Mucho se ha discutido sobre las razones tras el deterioro de las proyecciones de crecimiento para 2019 a lo largo del año. En este tema vale la pena hacer algunos comentarios. Primero, es importante destacar que la desaceleración del crecimiento este año es un fenómeno global que está relacionado, en parte importante, a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y a las tensiones comerciales ocasionales de Estados Unidos con Canadá, México y, más recientemente, con la Unión Europea.

Estos eventos han aumentado la incertidumbre sobre el futuro de las relaciones económicas internacionales y de las cadenas de suministro globales, resultando en una desaceleración del comercio global, de la producción industrial y de los gastos de capital de las empresas. Los efectos en el crecimiento se hacen sentir en la Unión Europea, en China y el resto del mundo, especialmente aquellos países muy abiertos al comercio internacional como Chile, Corea del Sur y Singapur. También se notan en Estados Unidos. De hecho, la Fed decidió suspender su proceso de alzas de tasas a comienzos de año, para evaluar los efectos en su economía de la desaceleración mundial y la mayor incertidumbre global y, recientemente, su presidente dejó entrever que la Fed reduciría la tasa de interés en su reunión de fin de mes como precaución frente a una eventual desaceleración más pronunciada del crecimiento mundial.

Segundo, algunas reformas implementadas en Chile durante los últimos años terminaron afectando a la inversión, al empleo y a la productividad. En particular, las pronunciadas alzas en el impuesto a las utilidades de las empresas, como lo predice la teoría y lo documenta la evidencia empírica, han afectado la inversión. Lo mismo sucede con el cambio del sistema tributario de integración total a parcial, lo que no solo debilitó la equidad horizontal del sistema (que dos personas con el mismo ingreso independiente de su fuente paguen la misma proporción de impuestos) y aumentó su complejidad, sino que también incrementó la carga impositiva de las rentas del capital, afectando la inversión de las empresas que tienen un menor acceso al financiamiento externo a la firma.

La reforma laboral, con la restricción del reemplazo en huelga, aumentó la incertidumbre sobre la continuidad de los negocios, deteriorando el ambiente de inversión y, a la vez, creó incentivos para introducir tecnología para reemplazar trabajadores, con efectos en el empleo.

Tercero, en el marco de políticas macro chileno, la forma de responder a este shock externo es con la política monetaria y eso es lo que hizo recientemente el Banco Central con su baja de tasa, instrumento que sigue disponible para bajas futuras. Sin embargo, en vez de enfocarnos en el crecimiento de corto plazo, debemos concentrar las energías en las reformas de políticas e instituciones necesarias para aumentar la tasa de crecimiento tendencial, que el Banco Central estima en torno al 3,5%. Esta estimación supone que el crecimiento de la productividad sería 1% anual, en circunstancias que en la última década su crecimiento promedio fue cero (con esa cifra, el crecimiento tendencial sería solo 2,5%).

Así, Chile tiene un problema de bajo crecimiento tendencial. Este se promueve con políticas e instituciones que generen un ambiente favorable para el ahorro, la inversión, el empleo, la formación de capital humano y los aumentos de productividad. En esto, aparte de avanzar en la reforma tributaria y de pensiones, es prioritaria una reforma laboral que ponga el acento en cómo preparar al mundo laboral y a la economía local para los retos y las oportunidades que crea la Cuarta Revolución Industrial de la digitalización, la robótica y la inteligencia artificial. Esto va a requerir flexibilidad de horarios y tareas, y avanzar en el reemplazo de la indemnización por años de servicio por un seguro de desempleo más generoso, además de una verdadera revolución en la capacitación de la clase trabajadora y de la educación para formar personas con capacidades y habilidades adecuadas para la Cuarta Revolución Industrial. En educación esto requiere de mejoras significativas de la educación pública y, especialmente, educación temprana.

Lamentablemente, intentos por avanzar en este tipo de reformas, y en la reforma de pensiones, se han visto entrampados por las dificultades para llegar a acuerdos políticos. Es imperativo recordar que los grandes avances logrados desde el retorno a la democracia, que son reconocidos por los chilenos (especialmente por su clase media) y por el resto del mundo, estuvieron respaldados por reformas de políticas e instituciones con sólidas bases técnicas y fueron fruto de acuerdos parlamentarios con costos políticos de corto plazo, pero teniendo como norte el bienestar del país y no la próxima elección. Es momento de que el Poder Ejecutivo y el Congreso muestren que tienen la capacidad de afrontar este desafío con la estatura requerida, como fue en décadas pasadas.

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